martes, abril 29, 2008

Una historia de Londres

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Andábamos Nerea, aquel tipo y yo por una calle peatonal cercana al metro de Notting Hill. Volvíamos de la agencia de trabajo arrastrando los pies, otra mañana más la camisa blanca, los pantalones negros y los zapatos habían sido en balde. El completely shaved que adornaba mi cara también. No teníamos trabajo, no teníamos dinero, estábamos jodidos.

A punto de entrar al metro nos cruzamos con aquel chico francés con el que habíamos trabajado en alguna ocasión y nos comentaba que venía de una agencia de trabajo mucho mejor que en la que estábamos apuntados nosotros. Una mañana libre y las ganas de no tener esa sensación de costreo dentro de nosotros nos hizo ir a esa otra agencia sin pensarlo dos veces. O bueno, quizá sí porque yo creí que había perdido la Oyster Card que estaba finalmente traspapelada en mi cartera y que me hizo mandarme a tomar por culo a mi, a Londres y al mundo.

Bajamos en Victoria Station, conseguimos llegar a la agencia preguntando en cafeterías y dando menos vueltas de las esperadas ya que las indicaciones del francés habían sido: Blue Arrow (Agou) en Victoria (victogia) Station. Entramos los tres y se acercó sonriente la única persona de las que trabajaba allí que no estaba buena. Ahora bien, cuando uno está buscando trabajo y alguien viene y te dice que vas a poder trabajar en seguida durante los próximos tres meses, ya puede ser Florinda Chico con sobredósis de ácido cítrico y ojeras, que el resto queda en segundo lugar. A pesar de las espectaculares tetas de otra de las trabajadoras que estaba allí sentada.


- Mamá
- ¿Sí?
- Tu tiraste la funda de mi abono verdad?
- Si, estaba hecha una mierda hijo
- Emmm, te fijaste si dentro había algo.
- Mmmm, yo creo que no
- No te fijaste si dentro había un papel
- ¿Por qué?
- Mierda!
- ¿Qué pasa?¿Qué había?
- Pues... Joder mamá, ¡me has tirado el tetadín!



Apuntados ya en la agencia y con noticias esperanzadoras sobre nuevos trabajos, estábamos sentados en el césped de un parque contiguo a la estación de Victoria. Nerea y yo sufríamos uno de esos ataques de risa de los que tienes que forzarte a parar para no morir asfixiado, el otro chico si bien al principio nos seguía la risa luego sentía como su silencio no era compartido. Supongo que el hecho de que él fuera el motivo de la mofa tenía algo que ver.

Horticual, Horticulal, horticuese
, como si uno de esos hipnotizadores le hubiera robado la palabra “Horticultural”, nuestro amigo se veía totalmente incapaz de decirla. Esta palabra en cuestión era un importante sitio donde tenía experiencia trabajando sirviendo vinos, pero la experiencia en servir vinos se va a tomar viento cuando no eres capaz de pronunciar el sitio donde lo hacías. Nerea y yo lo sabíamos, le forzábamos a que lo repitiera, no lo consiguía y nosotros nos descojonábamos hasta morir. Era una de esas veces en las que llorar merecía la pena.

- Joder Nerea, ¿has visto las tetas de la agencia? La que estaba sentada.
- Si tío, ya nos podía haber atendido ella que encima hablaba español
- Era maja
- Si
- Creo que me hubiera gustado tocarle una teta
- Jajaja
- Sí, debería crearse una norma. Una especie de contrato vitalicio... ¡un comodín de tetas!


Meses después y habiendo extendido la historia del tetadín por tierra mar y aire, un amigo tenía a bien regalarme esto por mi cumpleaños:



Meses después, mi madre lo tiraba a la papelera. Triste por el tetadín, contento por el recuerdo.

Especial dedicación a Nerea.

viernes, abril 18, 2008

Ford Focus on it

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A veces retengo los días. Alargo ponerles fin porque soy consciente de que va a merecer la pena las horas de menos de sueño respecto a las horas de más alargando lo inevitable.

Es fácil recordarme a mi mismo en escenas bochornosas. Una de ellas es estar en mi habitación a las cinco de la madrugada, sentado en la silla en calzoncillos, secándome el sudor con el dorso de la mano y echando reojos a mi cama como si fuera mi enemiga. ¡La cama mi enemiga! Ostias... Una almohada que se calienta por los dos lados en cuestión de minutos, recuerdos agradables que se convierten en agobiantes y los agobiantes en insoportables, esquivar el sueño cuando estoy cerca precisamente porque empiezo a pensar demasiado en el propio hecho de que estoy cerca de dormirme. Es entonces cuando voy a la cocina, me tomo unos cereales, veo unos cuantos teletiendas también a oscuras y lo vuelvo a intentar hasta que quedo dormido como si hubiera llenado un vaso de agua con un cuentagotas.

Rompo el silencio de tres semanas sin escribir en el blog revindicando estos momentos para que aunque el día haya sido grande, este momento sea el mejor, a veces solo es cuestión de ponerse un buen disco y focalizar la atención no en lo puteado que vas a estar a la mañana siguiente cuando te despiertes con ojeras y cara de maltratado, sino en la tranquilidad que se puede sentir cuando en el mundo no hay nadie más que tu y tus pensamientos.

De lo que viene siendo mi vida de aquí a hace tres semanas pues me quedaría con la primera lesión que he tenido en mi vida tras diez años jugando al baloncesto. Un esguince de tobillo que me ha tenido en cama la mayor parte del tiempo y que ha conseguido meterme en una dinámica de costreo que me ha consumido y me ha hecho sentir un verdadero despojo. Afortunadamente ya abandoné las muletas y puedo andar con los dos pies lo que supone no tener que ir a mear a la pata coja o dejarme la garganta en un grito para que quien sea me traiga un vaso de agua de la cocina.

A fin de cuentas, que ahora que vuelvo a no tener tiempo, volveré a escribir con más asiduidad. Contradicciones putas.

¡Ah! Se me olvidaba... Como dice el dicho, nunca está de más 18 sin 19, asi que aquí os dejo la dirección del nuevo blog musical que estoy llevando para mi trabajo:

Rockola.fm

Para los que no hayáis pinchado el enlace (es decir a todos) solo comentaros que el último post es una entrevista a El Canto Del Loco. No es broma.