lunes, marzo 23, 2009

Monday Bloody Monday

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Creo que sólo hay una cosa peor que dormir mal, esto es dormir mal y poco.

Tras cuatro horas de sueño un taladro suena encima de mi cabeza. Siento que en cualquier momento me va a caer un obrero encima. Cuando el taladro se toma un descanso, de fondo se oye a mi padre pasar la aspiradora en el salón, es entonces cuando entiendo que aunque sean las nueve y media de la mañana me tengo que despertar.

Unas horas después he de salir de casa y mis ojos aun estan vagos. Tengo que achinar toda la expresión de mi cara incluso con la pantalla de mi ordenador y pienso que o salgo con unas gafas de sol o con los ojos cerrados. No hay más opciones. Recuerdo entonces que justo el día anterior mi madre me ofrecía esas gafas de sol que no se sabía muy bien si eran de hombre o mujer, pero que eran Ray Ban. Suficiente. Le pido las gafas de sol a mi madre, me las pruebo, me miro al espejo y las sospechas de lo que la montura ofrecía se completan cuando el reflejo me devuelve la imagen de un tío parecido a Serafín Zubiri. Por si fuera poco le pregunto a mi madre que tal me quedan y ella me responde: ¿A ver? Bueeeno, sí, te estan bien. O lo que en palabras de mi madre viene a significar un: Mira hijo, te quiero, pero parece que llevas una comadreja muerta en los ojos. Me vuelvo a mirar en el espejo.

Béh, estas mismas.

Salgo de casa con las gafas de sol puestas, me cruzo con una persona y no me mira raro, me miro en el oscuro reflejo de la ventanilla de un coche y me lo empiezo a tomar algo mejor. Me sigue dando bastante igual.

Ya en el metro sin las gafas de sol entran en una sola parada un grupo de quince adolescentes con bolsas del ABC, panfletos y trípticos que acabaran tirados en cualquier papelera cercana. El aumento proporcional de braquets y granos pajeros que ocurre entre una parada y otra resulta casi absurdo. Miro a uno de ellos y tras unos segundos sin aclararme, le miro las tetas para saber a que género pertenece. Sigo sin salir de dudas y con esa duda me moriré hasta que me muera. Creo que mis gafas de sol serían perfectas para él. ¿O para ella?

Cambio de vagón, me siento y lo único que veo a mi alrededor es gente. Y cuando digo gente me refiero a gente fea. Y cuando digo gente fea me refiero a gente muy fea. A falta de un amigo con el que comentar la jugada me pregunto a mi mismo: En caso de que se extinguiera la raza humana y los únicos supervivientes fueran las personas que están en este vagón, ¿a quién elegirías para salvarla?. Tras un rato largo mirando a mi alrededor con cara de escroto acabo pensando que la supervivencia de la raza humana está sobrevalorada.

Salgo del metro, me vuelvo a poner las gafas de sol. Pienso seriamente en preguntarle a la gente con la que he quedado por cómo me quedan las gafas. En como hacer la pregunta está la duda: ¿Qué tal me quedan? ¿Os gustan? ¿A que son feas de cojones?. Nunca lo pregunté.

En la calle veo a una mujer con un tatuaje en el brazo de un corazón con alas y el nombre de Luis en verdana en el medio. Agito la cabeza para mi mismo en señal de desaprobación. Minutos después, parado en un semáforo, a la chica que tengo delante se le levanta un poco la camiseta y deja entrever en su espalda un tatuaje de un nombre: Cristian. Agito la cabeza para mí mismo en señal de desaprobación. Otros cuantos minutos más tarde me cruzo con un tío que anda arqueando mucho los brazos. Me mira, me da un repaso de arriba abajo y me hace morritos. Agito la cabeza para mi mismo en señal de desaprobación. Entonces recuerdo la reacción de mi madre ante las gafas, al adolescente andrógino y al reflejo de la primera vez que me miré al espejo y pienso que no debería ponerme esas gafas jamás.

Llego antes al lugar donde había quedado. Me sobra tiempo y decido ir a un parque a tomar el sol. Estoy en el parque de las siete tetas, en Buenos Aires. Me encanta ese sitio. Hoy, estando subido en un de los montículos viendo Madrid debajo de mí he pensado para mí mismo: Mola... parece que el mundo está debajo de mis pies. Me parecía una idea agradable hasta que he sentido que la frase podía ser alguno de los tatuajes que lleva 50 Cent en su espalda. Entonces me he acordado de el corazón con alas. Me he acordado de Luis. Me he acordado de Cristian. Me he acordado de mis gafas de sol, y me he ido cabizbajo.

Y así es como ha ido uno de los lunes con peor pinta que recuerdo.

4 comentarios:

Quico dijo...

Putos lunes, porque llegan las 3 de3 la madrugada y acostumbrado al fin de semana mi cuerpo no me pide dormir. Me pide un brugal-cola mientras cotilleo con quién se está liando David en el cuartito o miro de reojo como Celia Blanco se bebe un tercio...

enochmm dijo...

por supuesto que la supervivencia de la raza humana está sobrevalorada... indudable!

las gafas, puf! mientras te las pongas cuando hace sol o estas en la calle, con eso creo que hoy en día me conformo.

un abrazo

Nerea dijo...

Un día me hiciste esa pregunta en un vagón de un metro de Londres.
Agradezco no tener buena memoria.
Porque seguro que ahora estaría desaprobando ese recuerdo con cualquier movimiento de cabeza.

Gadea dijo...

Ese parque es uno de mis sitios favoritos de Madrid (la única pega es que me pilla un poco lejos).

Jajaja genial el comentario de Quico...

Hasta otra =)