lunes, septiembre 25, 2006

Dos hombres y un semáforo

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Me he quitado las gafas para frotarme con el dedo pulgar y el dedo índice de mi mano derecha, la zona donde viene a recaer todo el peso de estas. Hay días que parece que las gafas pesan más. Luego he ido al cuarto de baño y tras lavarme la cara me he frotado las sienes porque me dolía la cabeza. Supongo que lo que quedaría de persona interesante en un blog, sería contar que me he ido al Retiro a leer una novela de Hemingway mientras veía como los padres remaban en las barcas con sus hijos y a la vez podía oler a césped recién cortado, pero la realidad es que me duele la cabeza por haberme pasado la mayor parte de la tarde jugando una liga con el Sevilla en el Pro 5. Por lo menos he fichado a Henry.

A principios de este mes dejaba el equipo de baloncesto. Fue el primer paso importante que di en cuanto a mi decisión de irme a Londres una temporada. Por una parte me dio pena por todo lo que significa y ha significado el baloncesto para mí, retirarme (momentáneamente) con 21 años del baloncesto era algo impensable hasta hace unos meses, pero por otra parte sentí una especie de alivio por haber oficializado mi decisión e ilusión porque sentía que ese era el primer paso de un largo camino.

Tras haber hablado con mis padres y dejar en el olvido la matrícula de la universidad de este año, la cosa está encauzada y falta empezar a poner los cimientos de este viaje para que no haya desagradables imprevistos.

La idea viene siendo irnos a principios de Noviembre. ¿He dicho irnos? Así es. Este viaje lo comparto con el compañero de fatigas (unas cuantas ya) Gonzalo. El muchacho, aplicado donde los haya, ha conseguido diplomarse este año y aprovecha el tirón para intentar intimar con el que escribe, pero ya le he advertido que no soy un tipo fácil. Nada de tocarme las tetas en la primera cita.

La realidad es que la idea se la copié yo a él, así que mejor no sacar conclusiones.

Al haber bajado del tren en el que viajaba mi rutina, ahora mismo me encuentro en una situación un poco extraña. El tiempo que me queda aquí estoy más cerca de Londres en cuanto a haceralgoconmivida, pero la cuestión es que físicamente estoy en Madrid. Al estar a medio camino de un sitio y otro he decidido dejar mi mente reposar en Portugalete: Hola Javi.



Y como me he desviado mucho en el párrafo anterior, pues me desvío del todo y comento que me gusta como suena la palabra “sienes” siempre que se refiera a la parte de la cabeza en la que los gangsters amenazan con quitar la vida a los blancos, y no a como diría “cienes” un canario. Y puestos a gustar, no me gusta escribir la expresión “finde”. Puedo decirla y no muero, pero cuando la escribo siento como si tuviera 14 años y un mini de Kaliway en mis manos.

Retomando…

El año pasado, en los días previos en los que iba a hacer el viaje a Nueva York, tenía la sensación de que todo el mundo hablaba de Nueva York, que en la tele solo echaban reportajes de Nueva York y que todos los grupos que me apetecía escuchar eran neoyorquinos. Me vuelve a pasar lo mismo esta vez con Londres y me doy cuenta de que lo que cambia no es lo que pasa, sino la percepción que tengo sobre todo lo que me rodea.

Ayer escuché a un tío al lado mío como hablaba sobre Candem Town, si no me fuera a Londres ese tío se hubiera perdido en uno de mis infinitos huecos de mi cerebro-memoria. Es como la sensación esa de que vemos a más parejas empalagosas en el metro, cuando nuestra pareja nos acaba de mandar a tomar vientos.

¿La foto del semáforo? La hice el otro día en mitad de un atasco. Me gusta y no encontraba algún buen motivo para ponerla excepto este: Ninguno.

jueves, septiembre 21, 2006

Más chufas = Más sabor

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Me encontraba hace un rato en la cocina de mi casa a punto de empezar a cenar. Me levanté a encender la radio y me volví a sentar esperando que de lo que allí saliera fuera algo medianamente interesante, porque de no ser así mis pocas ganas de levantarme a cambiar de emisora me tendrían escuchando basura el tiempo que tardara en engullir la cena.

La emisora que estaba en ese momento era Radio Marca y en ella se podía escuchar al locutor leyendo una cantidad ingente de mensajes a móviles lo que hacía que acelerara su ritmo y no dejara separación entre mensajes. Aquello parecía un único mensaje. Si acaso el punto final lo indicaba un mensaje diciendo algo así como “Laura TQ cariño, eres mi vida.”

Aguanté como un campeón, o como un gilipollas, escuchando la emisora con mi plato de arroz por delante y mi botella de horchata destapada a mi derecha. No le puse el tapón para ahorrar energía y es que por cada tiento al arroz, acompañaban un par de tragos a la horchata. Medio litro en una sola cena es el resultado de beber a base de lingotazos.

Se me acabó la botella aún sin haber acabado el arroz y entonces, mire frente a frente a la botella vacía, la chica de la etiqueta me desafiaba... ¿me desafiaba a qué? Me desafiaba a recordar y asi lo hice, recorde su ley:

La ley de la botella.



Dios santo, la ley de la botella. ¿Como algo tan simple ha podido llegar a cotas tan altas?. Recordemos:

A la ley de la botella, el que la tira va a por ella.

Esta poesía creo que solo está a la altura de Luís Solera y alguno que otro más, aun con esas, acojonante me parece como todos los niños de España y me atrevería a decir que también de Hispanoamérica, se acogen a la ley de la botella cuando un balón en mitad de algún partido (de fútbol habitualmente), sale despedido varios metros fuera del campo y nadie se decide a ir.

Pero un momento, ha llegado el avispado de turno, el que se quiere hacer respetar y no va a por el balón más por una cuestión de status que porque no le apetezca ir a por él. Este muchacho, sagaz y ávido como pocos se acogerá a ella.

La ley del vaso.



Quizá esta sea más independiente y no todos las pandillas hispanohablantes la conozcan. Esta es:

A la ley del vaso, el que la tira no hace caso.

Sin palabras.

Contando esto no es que quiera incidir en el nivel de absurdez de estas leyes, al fin y al cabo están hechas para los niños de ayer y hoy. La conclusión a la que llegué en la cena, desafiado por la chica de la etiqueta de la horchata, fue a la capacidad de difusión que puede llegar a tener ciertas paridas.

Otro ejemplo:




No sé si este estará tan difundido como la ley de botella, pero desde luego yo he conocido a gente de distintas ciudades, culturas y pandillas de la muerte, hacer este gesto con la mano. Por si alguno anda despistado explicar que este divertido juego consiste en que el sujeto A, pone la mano tal y como se ve en la ilustración cerca del campo de visión del sujeto B, el cual no sabe que la mano del sujeto A esta rondando por ahí. Entonces, agarraos a vuestros faldones, el sujeto B mira la mano del sujeto A sin que este le hubiera dicho que lo hiciera (!!!)

Y una vez más insisto no en el hecho de que esto exista, desde luego cosas peores se han visto, sino al hecho de que esta subnormalidad haya llegado a extenderse por distintas zonas sin que nadie puede pararlo.

Creo que en algún momento del relato tuve que hablar del momento Ricky Martin y la nocilla (mermelada, mantequilla, fuagrás, philadelphia…) pero no he sabido colarlo en ningún otro momento que no sea este.

miércoles, septiembre 20, 2006

Youtube

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Si hasta hoy no he colgado ningún video en el blog, no ha sido porque tenga alguna intención de ir de underground, es que simple y llanamente no tenia ni idea de como hacerlo, no porque resulte díficil (copiar + pegar), sino porque era de esas cosas que solo se me ocurría preguntar como se hacía cuando no había nadie cerca que me pudiera ayudar. Y esto me pasa con tantas otras cosas que ahora mismo no me acuerdo de ninguna.

Para empezar, para mí uno de los mejores videos que he visto en Youtube hasta la fecha. Increible de principio a fín. Los volcanes. Olvídame.

Un himno.



¿Las palmadas aleatorías?¿Los trajes de ambos?¿Los espasmos que le dan en los hombros al colega de gris?¿El biombo de detrás?¿La intervención final del presentador?. Son tantas cosas brillantes en tan poco tiempo que desde luego no sé con cual quedarme.

El segundo vídeo es un fragmento de un capítulo de Padre de Familia, serie que desde aqui ánimo a todos a que veáis, descarguéis, pidáis o robéis, ya que me atrevo a decir que es mi serie de dibujos favorita. ¿Mejor que Los Simpsons?. Mejor que Los Simpsons.



Hasta aquí este interludio y recordad, la música, evidentemente, ha venido en una cintita, en un com... en un compat.

lunes, septiembre 18, 2006

Restando

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Cuando era pequeño, justo en los momentos previos a las campanadas de fin de año, tenía como costumbre pensar cosas como “esta es la última meada del año”, “esta es la última vez que veo mi habitación este año” o “esta es la última vez que pienso que esta es la última vez, este año”.

Hoy mismo, justo antes de hablar con mis padres, he ido a mear y un pensamiento parecido se me ha venido a la cabeza.

Una vez he acabado de miccionar (que me encanta esta palabra), he reunido a mis padres en el salón, mi hermano Rafa estaba también allí para prestarme su agradecida colaboración fraternal, y justo después les he dado un texto a cada uno. Este es:

Tenía una profesora de Historia en 1º de Bachillerato que acostumbraba a preguntarnos algunas cosas que había explicado en clases anteriores. Recuerdo que cuando llegamos a la lección de la primera guerra mundial, tenía como costumbre preguntar “¿Cuál es la chispa que originó la primera guerra mundial?”.Hacía especial hincapié en eso de “la chispa” porque siempre que hacia esta pregunta alguien le respondía dando las causas lo cual era muy distinto.

La chispa que originó la primera guerra mundial fue el asesinato del archiduque Fernando, heredero de la corona austrohúngara. Aquel que a la pregunta de la profesora respondía “rivalidades territoriales, económicas o políticas” era recriminado por la profesora con vehemencia ya que eso eran las causas y ella “no había preguntado eso”.

El otro día hablando con Gonzalo sobre nuestra vida, nuestro futuro, de mi salió una chispa que no fue otra que expresar una idea transformando así esta de idea remota a posibilidad muy real. ¿Y cual era esta idea? La idea era (y es) pasar este año en Londres, dejando aparcada la carrera y todo lo que la vida en Madrid conlleva.
Lo considero la chispa porque la idea viene rondando por mi cabeza desde hace bastante tiempo, pero nunca lo llegué a plantear como posibilidad hasta aquella conversación. Así que me decidí a pensar en ello y la ilusión por llevar esta idea a cabo se multiplica a partes iguales por un lado por lo que me desmotiva seguir aquí en Madrid y por otro lo mucho que me ilusiona vivir una experiencia allí. Para que os hagáis una idea, me ilusiona más estar trabajando limpiando vómitos allí que seguir con la vida en Madrid tal y como se me plantea en este momento. Y cuanto más lo pienso, más claro lo tengo.

Desde pequeños siempre hemos seguido el mismo estilo de vida que nos han impuesto el cual siempre he sabido sobrellevar, con más o menos solvencia, pero sobrellevándola al fin y al cabo. Por distintas circunstancias de la vida hoy por hoy me siento muy desmotivado con el tipo de vida que llevo y me veo como un títere en manos de lo que el destino le de la gana hacer conmigo sin yo ser capaz de tomar ninguna decisión sobre él ni tener fuerzas ni ganas para hacerlo, es por eso que quiero, no quiero, NECESITO cambiar el rumbo aunque sea de forma temporal para sentir que tengo las riendas de mi vida. Necesito tomar decisiones, madurar y coger aire para poder seguir buceando.

Desgraciadamente no he nacido con ninguna vocación. Cuando intento verme a mi mismo dentro de un tiempo no tengo claro que será conmigo, la incertidumbre es un lastre que pesa mucha a estas alturas y es por eso que esto me ilusiona especialmente, porque tengo muy claro que es lo que quiero y lo que me ilusiona.

Si con todo lo escrito sigue pareciendo que lo que quiero vivir no es más que un capricho de juventud, entonces es que no he sabido expresarme bien y es que si bien esta carta empezaba contando la chispa de todo, lo que he querido desentrañar han sido las causas, y estas no son un simple capricho. Lo juro.


Expresarme hablando no ha sido nunca uno de mis puntos fuertes, así que la razón de que les diera esta carta era para soltar todo de un tirón y que no se me quedara nada en el tintero. Además, por escrito no se puede tartamudear.

Su reacción ha sido la esperable dentro de lo que cabe. Lógicamente no me iban a abrazar y besar una vez hubieran leído la carta, pero sin llegar a esos límites, lo han entendido. Mi madre más que mi padre, dicho sea de paso.

Y bueno, ahora para creerme de verdad que me voy, solo falta ponerme una de esas cuentas atrás en el nick del Messenger que tanto me gustan. Que dolor.

viernes, septiembre 15, 2006

It's the Hard Knock Life

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No sé exactamente el número de personas que tienen a bien pasarse por esta página de vez en cuando para descubrir que por fin hay una nueva actualización. Sean una, dos o tres personas, no puedo evitar sentirme un poco mal por tirarme varios días sin colgar una mierda porque al frecuentar bastantes blogs, sé de buena tinta lo que jode encontrarse con el mismo título ante tus ojos y con el mismo número de comentarios de un post que hace una semana que leíste (aprovecho para increpar a todos aquellos que os sintais identificados a que actualiceis, cabrones).

Y si escribo esto es para que a esas dos o tres personas, no les pase lo que acabo de contar.

Llevo varios días, que coño, varías semanas acostándome no antes de las 4, y aprovecho estos momentos para escribir algo, la cuestión es que lo que escribo lo acabo o bien borrando, o bien guardando para colgarlo en un futuro. Colgar esas cosas que escribo sería como si el día del 11S, en la portada de mi periódico yo hablara del tiempo que hace en Alpedrete (me parece que esta metáfora ya la leí por ahí). Algo así como que tengo la cabeza tan ocupada en un tema que no me siento cómodo contando otras cosas y al no ser así creo que lo que escribo sale bastante peor.

Espero que a partir del próximo post, ya pueda poner en portada el 11 – S. (Siempre con las metáforas…)

Y bueno, para cerrar pongo un trozo de la película de Traffic, que vi el otro día y aprovecho para pedir que me recomendéis películas y es que últimamente no paro de devorar una tras otra.

Lo de Traffic:


Cuando echaron a Kruchev, se sentó, escribió dos cartas, se las dio a su sucesor y le dijo:

- Cuando se encuentre en una situación de la que no sepa salir, abra la primera carta y estará salvado. Y cuando se encuentre en otra situación de la que no sepa salir, abra la segunda carta.

Aquel hombre no tardó demasiado en encontrarse en un aprieto así que abrió la primera carta que decía: - Écheme la culpa de todo. Siguió su consejo y asunto arreglado.

Cuando se encontró en otra situación de la que no pudo salir abrió la segunda carta. Decía: - Siéntese y escriba dos cartas.


Esto es algo así como copiar y pegar la letra de una canción como hacen en los fotologs para rellenar espacio, pero bueno, yo lo hago con las pelis, que molo/a más.

Las 4.03. ¡Auch!.

domingo, septiembre 10, 2006

Carreteras secundarias

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Veo por la tele en una de esas series de La 2 de risas enlatadas, como a un tío le traen una pizza cuatro quesos a su casa. El tipo se deshace del repartidor con un sutil “quédate con el cambio” y a toda prisa cierra la puerta y se sienta en su cómodo sofá de cuero dejando la pizza encima de la mesa. El tío coge entonces el mando a distancia, enciende la tele y tras abrir la caja de la pizza, coge un trozo generoso que deja un hilo de queso fundido por el camino.

Me entran tantas ganas de comerme un trozo de pizza, que casi duele.

Un amigo me pide que le recomiende un disco, “algo tranqui a poder ser”. Yo le comento que “últimamente estoy muy viciado a un grupo francés algo desconocido que se llama Kwoon. Su disco, Tales and Dreams. Llevan un rollo muy parecido a Sigur Ros, ¿los conoces?” “Emmm…No” “Bueno, pues sin entrar a describir el estilo al que pertenecen porque siempre se me ha dado fatal, diría que llevan un rollo instrumental con canciones que te van envolviendo en una atmósfera de la que no consigues escapar sin que se te hayan puesto los pelos de punta. Vamos, a mi me pasa”

A mitad de la descripción (tanto en su día a mi colega como ahora al escribirla) me entran tantas ganas de escuchar ese disco, que casi duele.

Y si hablas con alguien con el que tienes un conocido en común que hace mucho que no ves, o escuchas a dos personas totalmente ajenas a ti hablar de tu película favorita pues entonces, también, también te dolerá. O casi.

Ahora mismo estoy sentado en la silla de mi habitación con un ventilador que dispara directamente hacia mi cara y con un calcetín atado a mi muslo izquierdo. Tengo una extraña lesión que cuando ejerzo presión sobre la zona afectada, me alivia notablemente y bueno, digamos que a estas horas de la madrugada no hago más que darle vueltas a las desmotivaciones y a la autocrítica que de ella sale, que no tiene nada ver pero que tampoco importa que asi sea.

Desde hace un tiempo no acabo de terminar contento con muchas cosas que hago, y lo que me preocupa no es como cambiar para mejorarlas, es que creo que a pesar de los pesares he alcanzado un límite (con el cual no acabo satisfecho) y mejorarlas implica coger otro camino.

Todo es cuestión de ciclos, todo va marcado por caminos en las que las señalizaciones son muy claras. Puede que el camino no te guste, pero es conciso. Hay momentos en los que debemos salirnos de ese camino para empezar a construir el nuestro propio, sin que nos lo den indicado, como una carretera secundaria. Lo difícil del asunto es que a lo largo de nuestra vida, con la rutina de seguir siempre por la misma línea recta, cuesta saber si el momento en el que vamos a torcer para emprender nuestro propio camino es el adecuado.

Reflexión
y decisión importan a partes iguales. Quizá al principio no me guste lo que vea en este nuevo camino, pero esa insatisfacción la supliré con el ánimo de saber que el camino lo estoy construyendo yo solo, sin indicaciones. Es como cuando me hago la cena que a pesar de que no esté tan buena como la que me hace mi madre, me sabe mejor por la satisfacción de haberla hecho con mis manos.

Y tras un giro inesperado vuelves a la carga por donde lo habías dejado, pero con la satisfacción de no haber desaprovechado el tiempo y la motivación de que ante el camino que te espera, tienes tantas posibilidades como ideas, propuestas y motivaciones tengas en tu cabeza.

Tras todo esto me gustaría dejar de escapar del daño (o casi) para empezar a enfrentarme a él y darle bien por el culo.

Y ya está.

Ahí os dejo el enlace del disco de Kwoon para que os lo bajéis en descarga directa y lo disfrutéis tanto como yo lo he hecho. Compartir es vivir, demonios.

viernes, septiembre 08, 2006

Maldita sea

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Ayer era uno de esos días en los que no es que me apeteciera echarme una siesta, es que la necesitaba. Había dormido tan solo tres horas la noche anterior y tenía esa sensación no de sueño que se te cierran los ojos y tienes legañas, sino ese sueño en el que te duele la cabeza y todo lo que te rodea parece que va más despacio y hace más ruido.

Llegué por fin a casa con ganas de comer rápido e irme pronto a la cama para recuperar la sensación de estar vivo. Cuando estaba comiendo totalmente ausente de todo, de mí mismo incluso, mi madre dijo una frase tan sentenciadora que consiguió hacerme volver a este mundo:

“Acuérdate que esta tarde tienes dentista”


Sin fuerzas siquiera para cagarme en la puta a gritos, la única forma que tuve de reaccionar fue quedándome con el tenedor paralizado a medio camino entre el plato y mi boca abierta. Sin intentar ser muy catastrofista me di cuenta de que aún tenía tiempo de echarme algo más de una hora, a pesar de que mi cuerpo pidiera cuatro o cinco.

Le pedí a mi madre que me despertara a la hora de irme porque ni oiría el despertador cuando este sonará, ni tampoco me apetecía una mierda ponerlo.

Llegó la hora de irme y a pesar de haber dormido hora y media en el reloj, en mi cabeza no habían sido más que diez minutos. Algo más espabilado que por la mañana salí de casa camino al dentista. En ese momento tenía la boca tan seca que parecía que había estado masticando cartón durante horas. Me acordé que la última vez que fui al dentista también iba con la boca en las mismas condiciones, pero la culpa aquella vez era de una asquerosa resaca en vez de una asquerosa siesta. Voy madurando.

Al llegar al portal donde estaba la clínica, me paré enfrente del telefonillo y con el dedo a escasos centímetros del botón pensé “¿Qué cojones digo cuando cojan el telefonillo?”. No sabía si decir mi nombre, o decir a lo que iba. Finalmente pulsé el botón sin una idea fija confiando en que mi capacidad de improvisación me sacara del apuro:

- ¿Si?
- Hola, venía por la revisión.
- Meeeeeeeeek!


Se abre la puerta. Soy un genio.

Al estar la consulta en un bajo pasaron muy pocos segundos entre que abro la puerta y llego hasta la consulta. Al otro lado me espera la recepcionista y me suelta un demoledor:

- No vienes a una revisión, vienes a que te empasten una muela.

A lo que yo respondí:

- Ya bueno, es lo primero que se me ha venido a la cabeza.

Tras esta conflictiva intervención la recepcionista me hace pasar a la sala de espera, que venía a ser una habitación con dos sofás y una mesa con revistas. Como las salas de espera de toda la vida, vaya.

Estaba solo. Nada más sentarme me fijé en un cuadro que había colgado en la pared, en el que se podía ver la orla de la promoción de 1985 de la facultad de medicina y fijándome en las lógicas pintas ochenteras de los alumnos, intenté a contar cuantos de ellos llevaban bigote. Cuando llegué a quince, paré porque me cansé.

Después miré la mesa y pude ver siete “Holas” dos revistas de National Geographic y un comic de Mortadelo y Filemón. Tras sendos intentos fallidos con estos dos últimos cogí un “Hola” confiando en que si así lo hacía, tardarían poco en llegar a buscarme por eso de estar a la altura con la recepcionista de aquella primera impresión. Cuando estaba leyendo algo acerca de Aaron Spelling, la recepcionista me llamó. Era mi turno y el corrector del Word cambió automáticamente en este mismo párrafo de Mortadelo a Mortadela, porque le ha venido en gana.

Yo seguía allí, dormido, con la boca seca, cuando una nueva sorpresa se mostró ante mis ojos:

El que iba a atender no era el dentista, sino LA dentista y estaba buena como ella sola.

La situación era que una tía buena al abrirme la boca vería un agujero negro el cual debería rellenar de una pasta de color indeterminado. Estupendo. Tras una agradable conversación con ella, procedió a anestesiarme la boca y cuando ya tenía esta como si la hubiera metido en una sandwichera, empecé a ver todo lo que hacía ella ya que me veía reflejado en sus gafas.

Uno de los siete instrumentos que tenía dentro de mi boca, era como una especie de tubo por el que no paraba de salir agua, con la cual yo me ahogaba literalmente y cada dos segundos tenía la sensación de que me tragaba dos vasos de agua. Salvar mi vida había sustituido a aquello de salvar la imagen hacía ya un rato.

Una vez acabada la intervención me fui a casa cabizbajo, con la boca anestesiada y sin ganas de dormir.

Moraleja: Las historias de taxistas son bastante más entretenidas.

domingo, septiembre 03, 2006

¿Y si hubiera entrado Carmen Electra ofreciéndome un vaso de horchata fresquita?

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Sábado por la noche. Acabo de conseguir mi objetivo, EL objetivo. Este consistía en llegar a la meta que me había marcado con mis apuntes y que venía a ser llegar a subrayar hasta la parte de el coordinador, para entonces poder irme a cenar y empezar a escribir esto.

Las fuerzas han flaqueado al final, y es que en las últimas hojas ya he pasado de primero leer lo que iba a subrayar, razonarlo y entonces después subrayarlo, a sin darme casi cuenta subrayar al mismo tiempo que iba leyendo. He caído en esto cuando he subrayado una frase entera que era una absoluta gilipollez y ni siquiera había reaccionado a mitad de frase para dejar de colorear de amarillo. Después, para reafirmarme que llevaba un rato con la cabeza en Cuenca he mirado las dos últimas hojas y me he dado cuenta de que mi criterio de selección (que es para lo que se supone que uso el subrayador) se limitaba a eliminar una frase que estaba entre paréntesis, la cual si que era importante, pero coño, estaba entre paréntesis.

Un poco cabreado conmigo mismo he intentado enmendar mi error y empezar a prestar un poco de atención a lo que estaba leyendo, entonces he tomado una postura de portero de discoteca frente a las palabras que me ha hecho sentirme un poco mejor.

Pero una nueva dificultad se abría ante mí.

Al principio creí que era porque había estado un momento sin tapa, luego creí que estaba apretando muy poco el subrayador contra el papel, pero finalmente borré el autoengaño de mi cabeza y me convencí a mi mismo de que efectivamente, a mi subrayador se le estaba acabando la tinta.

Una vez lo miré con detenimiento lo que me pregunté es como cojones no se había gastado en la primera hoja.



Me faltaban tres hojas en las que debía ir apretando más para poder llegar mi objetivo, a el coordinador. Usando mi poderoso ingenio tapé el subrayador durante un momento para ver si cogía energía, pero nada, a mi joven amigo le faltaban pocos minutos. Como ir a buscar otro subrayador me parecía de cobarde y poco leal, opté por una opción bastante más valida en mi cabeza: subrayar menos. Y es que no solo conseguiria llegar a mi objetivo sino que además me podría ir a cenar antes (un puto genio, sí).

Apretando y escapando a ciertas frases importantes, lo conseguí.

¡Llegué!.

La última hoja hay que mirarla con un catalejo para distinguir algo de amarillo en ella, pero eso no me preocupa, lo que me preocupa es tener que ir a buscar ahora otro subrayador, que mira que como no queden amarillos, con lo maniático que soy yo con eso de “quieromisapuntesdeunmismocolor” puede haber problemas.

En fin, aun confío en que mi pequeño amigo haya repostado en boxes mientras yo he cenado y he escrito esto, el tiempo suficiente como para dejar los apuntes de el coordinador como mi cojín.



El vaso de horchata que está al lado del cojín es gentileza de mi madre. Creo que el verme estudiando un sábado por la noche le ha llegado al corazón y se ha visto obligada a recompensarme de alguna manera, aunque ella solo me haya dicho “¿Quieres un vasito de horchata fresquita?”

Si Carmen Electra hubiera entrado en mi habitación ofreciéndome sexo, me hubiera pensado más la respuesta.

Ayer empecé los exámenes y este que me estoy estudiando lo tengo el lunes, y bueno, el hecho de que estos coincidan con los días en los que mi deporte favorito ocupa las portadas de los periódicos y encabeza los telediarios, es algo que me encanta casi tanto como una buena patada en la boca del estómago.

Mañana juega España la final del mundial contra Grecia y ni ningún coordinador que se preste, ni ningún subrayador chungo, evitarán que yo me la pierda. Faltaría más.