martes, noviembre 07, 2006

Nos vamos

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En este último post mi intención es por un parte reflejar que será de mi vida bloggera y todo a lo que ella rodea a partir de ahora y por otra dejar una despedida intentando estar a la altura de unas circunstancias tan altas que casi ni las puedo ver.

Siempre he creído que el que haya vida después de la muerte, tiene que ser toda una jodienda, y es que si lo pasamos mal cuando se muere un conocido nuestro, ¿cómo lo tendremos que pasar cuando todos nuestros conocidos mueran de repente? Al fin y al cabo esto es lo que implica morirse. Yo por mi prefiero quedarme enterrado sin enterarme de nada o si acaso reencarnarme en Pitita Ridruejo o Pau Gasol.

Irme a Londres sería algo así como morirme, y es que abandono una vida para meterme en otra donde no está toda esa gente que me hace sentirme tan orgulloso de hacer lo que he hecho y de la forma en que lo he hecho, y como ya dije, este enorme handicap me hace coger fuerza y moral para seguir adelante. Que si, que la metáfora de la muerte es un poco hardcore, pero si no hago una metáfora en este mi último post sería como despedirme sin decir algún chiste malo.

Agradezco a todas aquellas personas que han apoyado mi decisión y me han dado alas para seguir hacia delante casi tanto como a aquellas que creen que he escogido mal el momento y que hago mal yéndome ahora. Este tipo de cosas hay que hacerlas por motivaciones totalmente personales, pero el hecho que haya apoyos y “pruebas” exteriores siempre incentiva de alguna manera las acciones propias.

Escribo esto a falta de unas cuantas horas de estar en Londres y la palabra que resumiría mi estado ahora mismo sería expectativa. Son tantos los sentimientos concentrados que tengo ahora mismo dentro del cuerpo, que debe ser que se han reunido todos en un mismo punto y han decidido esconderse sin armar mucho jaleo. Al menos de momento. Desde los nervios (estoy como si me hubiera tomado tres tilas) hasta el sentimiento ese de saber que vas a echar mucho de menos a la gente de aquí. Soy consciente, pero aun no lo asimilo.

Y bueno, hablando ahora del blog, definitivamente lo voy a cerrar de forma temporal. ¿Por qué? Porque yéndome lo que quiero es dejar atrás Madrid y todo lo que ello conlleva. Poluciones Nocturnas sería un “lo que ello conlleva” bastante importante para mi. Ahora bien, el hecho cambiar de ciudad no significa que me deje de gustar escribir. Cierto es que muchas veces, cuando más cosas me pasan, más me cuesta escribir por aquello de saber sintetizar todo lo vivido, pero una vez conseguido es cuando más satisfecho me quedo con el resultado obtenido. Siendo asi, si dejara de escribir en un blog con todo lo que se me viene encima lo acabaría pagando caro:

Pompas y Circunstancias

Este será el blog que compartiremos Gonzalo y yo en nuestra estancia en Londres y en principio la idea es reunir lo que bien pudiera ser un cuaderno de bitácoras y un mail de esos que se reenvían a cien personas, contando las andanzas.

Sin mas este blog queda ahora cerrado hasta que vuelva a Madrid. Me despido con la frase de un grande y con el agradecimiento de todos los que os pasáis a leerme de vez en cuando.

Esto no es un adiós, es un hasta nunca. – Leslie Nielsen

viernes, noviembre 03, 2006

Penul

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Finalmente nos vamos el martes día 7 de Noviembre. Gonzalo en un avión que saldrá a las 8 de la mañana aproximadamente, yo en otro que saldrá a las 3 de la tarde, también, también aproximadamente.

Para explicar porque volamos en vuelos distintos podría inventarme una tortuosa historia diciendo que nos hemos enfadado porque su novia le puso los cuernos conmigo y debido a esto él había prendido fuego a toda mi colección de cromos de El Rey León, pero la realidad es que lo que mueve nuestros intereses no es más que la misma mierda de siempre a la que nos tendremos que agarrar como un clavo ardiendo: la pela.

¿He dicho que nos tendremos que agarrar a una mierda?

Y es que Gonzalo vuela en Easyjet y cuanto más temprano saliera el vuelo, más barato salía la broma. Por mi parte gracias a que mi padre ejercía jornada laboral en la compañía de Air Plus, me consigue un billete de esos gratuitos en los que solo pago las tasas. Lo cierto es que me voy a Londres por 12,75 euros. La borrachera de este fin de semana doblará esa cantidad.

Así que al bueno de Gonzalo le toca esperar unas cuantas horas en el aeropuerto de Gatwick, mientras yo hago lo propio en el aeropuerto de barajas, o en mi casa, vete a saber.

De momento al aeropuerto nos viene a recoger un amigo de mi tía que se ha ofrecido a acercarnos a “donde sea necesario”. Un buen rollo de tío al que probablemente invitaré a una generosa bolsa de risketos. Ese “donde sea necesario” será el hostal Acacia en South Kensington donde hemos reservado un par de camas para pasar las cinco primeras noches y ya una vez en Londres buscar piso como condenados, porque lo cierto es que desde Madrid esa tarea es complicada hasta decir basta. El hostal barato, en buena zona y además dan desayuno continental.

Hace un par de días Gonzalo me mandaba este mensaje:

Acbo d ablr cn 1amga dl pueblo k sta n london trabajndo n sout knsnton,dce k todo dbuti y k ns invita a sangria cndo llegms.es una tia gnial,ya veras,mola!


Dos lagrimones se deslizaban por mis mejillas. El primero de ellos por el hecho de recibir un mensaje y el segundo por lo que en él decía. Yo que ni siquiera sabía que existía la sangría en Londres.

Mi actividad laboral allí sigue siendo una incógnita. Tras hablar con el amigo de mi tía, ese al que voy a invitar a los risketos, me comentó que conoce una agencia en el que pagando 50 libras, te consiguen trabajo en dos o tres días de camarero probablemente. Un 1 en la quiniela, a pesar de lo de las 50 libras.

Y bueno, hasta aquí el penúltimo post preLondres. En el último Y SOLO en el último diré que es lo que ocurrirá con el blog una vez me vaya.



Lo cerraré hasta mi vuelta a Madrid.

lunes, octubre 30, 2006

Si. Me tiemblan las rodillas.

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El otro día echaron en telecinco “Una mente maravillosa” de Russel Crowe. En esta película hay una escena en la que se muestra una costumbre a la hora de mostrar el orgullo o admiración que se tiene hacia un profesor por su labor a lo largo de su carrera. La escena en cuestión muestra como distintos profesores van dejando los bolígrafos encima de la mesa donde se sitúa aquel a quien rinden reconocimiento. Un bolígrafo al lado del otro. El homenajeado observaba como gente con prestigio le mostraba su admiración por algo que había hecho y con lo que probablemente habría disfrutado.

Este viernes me sentí un poco como ese profesor al que homenajean.

En un parque, gracias a un tiempo de preaviso, logré concentrar a varios amigos que formaban parte de distintos ámbitos de mi vida. Siempre se me ha hecho un poco raro ver como intercambian palabras el típico amigo que conoces del barrio desde que te sonabas los mocos con la manga de la camisa con aquel que conociste en la facultad unos años atrás. Esta mezcla salió tan bien que casi hasta me asustaba. Amigos del barrio, del equipo de baloncesto, del instituto, de la facultad… Aquello era como el All Star Game de la NBA. En un momento dado miré a mi alrededor y me di cuenta de la suerte que he tenido en cuanto a amistad se refiere. Y si, es cierto, todos los jugones sonríen igual.

Tras unos días de destrucción, me encuentro a falta de poco más de una semana para dar un vuelco absoluto a todo esto y lo convencido que estoy de querer hacerlo, a pesar de ver y comprobar todo lo que aquí dejo, es lo que me hace coger fuerza y moral para tirar con todo hacia delante.

Esta noche he quedado con aquellos amigos con los que hice uno de los dos mejores viajes de toda mi vida. La reunión tenía como excusa ver por fín, el vídeo que grabamos en ese viaje y es que Jesús, el dueño de la cinta y también de mi alma, realizó unos montajes de música y texto que le han llevado unos cuantos meses.

Ha habido partes realmente emocionantes por un lado por la lluvia de recuerdos que quedaban olvidados en un rincón de mi oxidada memoria, y por otra por ser hacerme caer en la cuenta, abrirme los ojos y comprobar lo mucho que este tipo de experiencias forma la vida de una persona.

Por esto y por el comienzo de las despedidas con algunas personas que por diferentes motivos ya no podré ver hasta saber cuando, la cuenta atrás ha empezado en mi cabeza y de esta forma ya no me quedan domingos… ni lunes, ni miércoles, solo existen los días que faltan para que todo acabe.

Para que todo empiece.

miércoles, octubre 25, 2006

Tito Valverde y La Sexta

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Ayer fue domingo, hoy es domingo, mañana será domingo. No hay nada peor que tener sueño y no poder dormir. Hace un rato he ido a lavarme la cara porque estaba con un dolor de cabeza de los que duelen. De esos que sientes palpitar el corazón en tus sienes. Después de lavarme la cara y mirar en el espejo como caían las gotas de agua por la punta de la nariz, he ido a ver la tele al lado de la ventana, para despejarme o yo que sé.

He estado un rato viendo la serie de “El comisario” y en mi letargo he caído en la cuenta de lo importante de unos actores medio decentes para una serie, y es que debido a lo pésimo de los actores, la predisposición me ha llevado a ver en vez de un cuartel de la policía, una escenario con paredes de cartón y un decorado lleno de inscripciones que alguien se habría bajado del google y en vez de policías, a pesar de que iban con sus uniformes, he visto a padres que iban a buscar a sus hijos al colegio y actrices a las que no le llegaba ninguna otra oferta que no fuera de esa mierdaserie.

He cambiado a La Sexta. Y a pesar de no haber escuchado ningún “cabrón de mierda” o “niñato cobarde”, he sentido como la presentadora rumana de ese concurso absurdo me insultaba irremediablemente por no coger el teléfono y llamarla para solucionar esa sencilla adivinanza. Admiro la capacidad de esta presentadora de no volverse esquizofrénica, y es que repetir durante dos horas lo mismo una y otra... y otra vez sin más compañía que ese exceso de cerumen al que suelen llamar pinganillo, tiene mérito.

Tras un rápido zapping he apagado la tele y me he ido a la cocina a tomarme unos cereales. No tenía hambre, tampoco importaba. Me he tomado unos cereales de chocolate, rellenos de chocolate y a la leche le he echado choco instant (o nesquik). He puesto la radio. En La Ser estaba “Hablar por Hablar”, he tardado en darme cuenta porque por primera vez desde que lo escucho en ocasiones esporádicas, el presentador era un hombre. Pero la realidad es que sea un hombre, una mujer o un caracol, no importa y es que para ser presentador de “Hablar por Hablar” solo hace falta decir “Ju Jummm”. Este programa es algo así como un consultorio en el que la gente llama y cuenta lo que le viene en gana, desde sus perdidas de orina a sus lios con las azafatas en los aviones. Algo así como la versión radiofónioca de El Diario de Patricia solo que en lugar de la presentadora preguntar, hace esto: “Ju Jumm”. Una vez conté un silencio de veinte segundos después de ese “Ju Jumm”.

En el programa de hoy un señor ha preguntado si existía alguna página en Internet que dijera a que hora se iba a poner el sol. ¿La respuesta?

Ju Jumm.

Después el presentador, animado, se ha arrancado y ha dado el nombre de la página:

El nombre de la pagina es “UVE-DOBLE-UVE-DOBLE- SANPACH- PUNTOCOM”, deletreo. Ese, U, Ene, Pe, A, Te, Hache.

Cuchara en mano escuchaba al presentador deletrear y en mi aún dolorida cabeza no encajaba el nombre de la página con el deletreo.

Repito: El nombre de la pagina es “UVE-DOBLE-UVE-DOBLE- SANPACH- PUNTOCOM”, deletreo. Ese, U, Ene, Pe, A, Te, Hache.

Joder, otra vez. Como es “Supath” o “Sunpach”. Y lo que es peor, ¿para qué cojones quiere saber una persona la hora exacta a la que se pone el sol?

Lo entiendo casi igual que el funcionamiento de la pagina: SUNPATH.

Y bueno, siguiendo un hilo argumental respecto al post de ayer, decir que finalmente no fui a la KDD. Me quedé dormido a pesar de que esta era a la una y es que me acosté a las siete de la mañana. Como hoy.

Ayer fue domingo, cumpleaños de Sara, hoy es domingo, cumpleaños de Litos, mañana será domingo, cumpleaños de mi hermana Miriam y el mío propio. Felicidades a los agraciados.

Cierro este post animando a todo aquel que se preste a que vote por la cuña nº 19:

http://www.premiosondas.com/encuesta/encuesta.html


Esta cuña es de mi hermano Rafaé y ha quedado finalista de los premios ondas.Votad, malditos, que es realmente buena.

martes, octubre 24, 2006

This is call: KDD

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Hoy he enseñado a mi madre a usar el Emule. Delante de mí tengo el folio donde ha cogido apuntes:

Abrir Emule (burrito)
Aparece Lista de Servidores
Coger=Donkey Server nº2 (62…)
Hacer doble click

BUSCAR

Escribir nombre
Dar al Enter o Comenzar
Mirar el mayor número de disponibilidad (+ arriba)
Hacer doble click en las canciones o disco que quiera

IR A TRÁFICO (Se está bajando)

Cuando este listo, la barra azul se pone en verde.
Luego ir a Incoming (escritorio)
Buscar el disco bajado y descomprimir = extraer en y aceptar. Va a incoming en orden alfabético.
Luego Cortar y Pegar o arrastrar al lápiz.


A veces cuando mi madre me pide que le enseñe algo con el ordenador no puedo evitar perder un poco los papeles. Leyendo esta hoja me he dado una colleja a mi mismo y me he dado cuenta de que las cosas que doy por supuestas, a ella le cuestan más.

Una de las cosas buenas de estar buscando piso es que últimamente la mayoría de los mails que me llegan al correo poco o nada tienen que ver con el mundo del forward como venía siendo habitual, y son mensajes que cuentan algo que me puede interesar y en cuyo asunto no hay una FW:, un RW: o las dos cosas a la vez.

Esta mañana me ha llegado un mail de una chica con la que vengo hablando desde hace unos días sobre la posibilidad de ser compañeros de piso en Londres. En el mail me proponía hacer un kdd (quedada no me pega) mañana a mediodia, junto con otras personas que están en situaciones parecidas a la nuestra, para así ayudarnos y comentar cada uno nuestra situación en plan terapia de grupo.

A estas alturas de la madrugada aún no he decidido que hacer y es que por una parte mi timidez se manifiesta y me hace afirmar a mi mismo “beh! Si seguro que no sirve de nada que quedemos mañana, ¿acaso no podemos hablar por Messenger?”. Por otra, quizá si podemos sacar algo en claro sobre nuestros futuros planes y también me invade un poco la curiosidad. Y joder, así salgo de casa.

Y para acabar voy a poner un video que me ayudará a tomar mi decisión lo que queda de noche. He aquí el video de la canción en directo más acojonante que mis ojos han podido ver:



El que este video este colgado aquí hace de un blog corriente, un buen blog y de un post de mierda, un post decente. Por eso lo cuelgo.

lunes, octubre 23, 2006

domingodomingodomingodomingo

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Llueve. En las marquesinas de las paradas de autobús de media ciudad, nos anuncian el próximo estreno de “Yo soy La Juani”. Fernando Alonso gana otro título mundial, Federer otro de tenis y Rosendo va a sacar nuevo disco.

Si nada falla el 6 de Noviembre nos marcharemos para Londres. El otro día me preguntaron que ahora que no tengo ocupaciones, que hacía durante el día. La respuesta es tan simple como preocupante: NADA.

Mañana es lunes, ayer fué sábado y pasado será martes. Todo esto me dejó de influir hace unas semanas y es que hoy por hoy, al igual que Bill Murray con su día de la marmota, yo vivo encerrado en un mismo día: El Domingo.

En este último mes las horas que acumulo encerrado en mi habitación se han disparado y lo que en un principio debería ser la causa para animarme a salir y hacer algo de provecho, resulta todo lo contrario y de una forma asquerosa, cuanto más tiempo me paso sin hacer nada, menos ganas tengo de hacer algo.

Ayer sábado le compré a Chus el cd de uno de sus grupos: Hybrid. Nada más llegar a casa por la noche, fui a la cocina, conseguí quitar el plástico que envolvía la caja del cd con las manos algo que no ocurre muy a menudo, y ansioso metí el disco en el equipo de música para escuchar algunas canciones. El rótulo digital indicaba que lo que yo había metido tenía 16 canciones y duraba 74 minutos cuando lo que yo esperaba era un cd con seis canciones que en total durara unos 20 minutos.

Play.


Sentado en la silla estaba escuchando una intro de flamenco moderno de ese. Tras dos minutos y medio deseché la posibilidad de que aquello fuera una excentricidad de aquel grupo de metal extremo y empecé a pasar canciones en busca de algún doble bombo. Nada: más y más flamenco.

Me fui a dormir un tanto molesto por la idea de que aquel disco que llevaba tiempo con ganas de oir, se pareciera tanto a uno de esos discos que tanto le gusta a mi hermana.

Esta tarde he leido un mensaje de Chus que decía: “¿tienes tu mi abrigo?”. Accidentalmente lo cogí del montón de ropa que había en el asiento de atrás de su coche y que yo creía que toda era mía. Insaciable que es uno.

Bueno, pues quedo con él, me cambia el disco, le doy su abrigo y así salgo un poco de casa. Puta madre. – pensé.

Tras mandarle un mensaje comentándole lo que había pasado con el cd y que si tenía su abrigo, fui a la cocina a guardar dicho cd en su caja. Cual es mi sorpresa que al querer sacar el disco de Hybrid del equipo de música saqué un disco apilado encima de otro.

La palma de mi mano chocó de manera irremediable contra mi frente.

El cd de arriba era el de Hybrid, el de abajo un cd verbatim en el que con edding verde y la letra de mi hermana ponía: “Varios Isa”

Esto pasa porque es domingo. Claro que mañana y pasado también lo serán. Yo que sé, al menos abren las tiendas.

El disco de Hybrid me ha encantao.

lunes, octubre 16, 2006

Flashback

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Este fin de semana he estado de acampada con el mismo grupo scout con el que compartí quince días de campamento y vivencias allá por el mes de Julio. El lugar escogido para pasar este día y medio fue un parque al lado de un pueblo de Ávila llamado Navas del Marqués en el cual había un refugio donde podríamos pasar la noche embutidos en nuestros sacos.

Había quedado con Mónica en Avenida de América a las ocho y cuarto de la mañana. Tras una de mis innumerables noches de insomnio, fui para allá con tan solo una hora de descanso a mis espaldas y con menos ganas de hablar que de costumbre, razón suficiente para que Mónica tardara algo más de la cuenta en llegar y en mi espera, aprovechara un testigo de Jehová para intentar encasquetarme una revista sobre como influyen la televisión en la sociedad.

Su puta madre. Oriental, encorbatado, con acento andaluz y testigo de Jehová, no veía tal combinación de atributos desde aquella piña de Los Fruitis que se llamaba gazpacho y hablaba en andaluz, como el chinorris.

Tras deshacerme de él de la forma más educada que podía a esas horas y en mi estado diciéndole que no era religioso y que no me interesaba su revista, llegó Mónica.

En algo más de hora y media ya estábamos allí. Faltaban muchos de los chavales con los que me apetecía reencontrarme pero aún así me alegró mucho ver a esa multitud de niños correteando de un lado para otro como si les persiguiera el diablo y es que también había nuevas incorporaciones al grupo bastante interesantes.

Una vez allí, nos encontramos con un grupo de jóvenes en el refugio y nada más verlos uno de los niños con los que íbamos se puso a gritar fuera de sí: “TIENEN DROGA, Y SE LA ESTÁN FUMANDO EN PAJILLAS!” . Not bad.

Aquel lugar estaba realmente bien. A los alrededores había más vacas que personas y por la cantidad de árboles que allí había daba la sensación que en cualquier momento saldría Laura Palmer de detrás de alguno.



Si bien en el campamento que hicimos en Junio teníamos un río al lado, lo que en principio puede parecer una desventaja por la tranquilidad que este produce y las ventajas que se puede sacar de él, en esta acampada no había ninguno cercano y fue este detalle lo que distinguió algo de lo que no pude disfrutar la vez anterior: El Silencio.

Ya por la noche, hablando con los amigos rodeados de un gran campo abierto y sin ningún niño alrededor, les dije que se callarán un momento, que estaba intentando recordar algo que quería decir. Cuando se callaron, el silencio fue tan sepulcral que me desconcentré por completo y me fue imposible acordarme de la tonteria que seguramente iba a decir.

Cansado después de un día intenso me fui a dormir. Iluminado únicamente por una linterna, me metí al refugio sin hacer ruido ya que había niños durmiendo, por esta razón tuve que poner la esterilla en el primer hueco que vi. El hueco no fue otro que al lado de una chimenea apagada la cual, lógicamente, estaba rodeada de ceniza. En un primer momento le quité importancia a esto e hice mal. Pero mal de cojones, y es que una vez metido en el saco y esperando caer rendido a los tres segundos, empecé a notar como el polvo inundaba mis pulmones por cada aliento que daba.

Una vez me desperté, cerré la boca y note como entre mis dientes no había otra cosa que polvo, ceniza o las dos cosas a la vez. Mi cara estaba que parecía un deshollinador, personaje que recordamos por aquel cabronazo de Mery Poppins y mi esterilla la he tenido que tirar nada más llegar a Madrid.

Así pues el viaje de nuevo ha sido muy enriquecedor a pesar de los pesares, y espero que el próximo Julio pueda compartir de nuevo, a mi vuelta de Londres, otra experiencia del mismo tipo con estos mis hermanos:



Litos, devuélveme mi moco.

jueves, octubre 12, 2006

Esta vez iba a ser diferente

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El contexto y la predisposición van dadas de la mano, como esas parejas de novios a las que les encanta presumir de lo bien que les va la vida juntos.

Así pues, un monologuista del Club de la Comedia, en cuanto sale al escenario; con un simple “buenas noches”, un arqueo de cejas y un silencio prolongado puede empezar a provocar las primeras carcajadas. Creo que este fenómeno puede verse claramente reflejado en los programas de Los Morancos y como ese público de marujas con flores estampadas en el vestido, comienzan a gritar, que no reírse, con los chistes de mierda que a mi parecer estos cómicos hacen en la mayoría de las ocasiones.

Entre los muchos ratos que tengo libres en estos días a lo que más me dedico es a mirar el teléfono para ver si tengo alguna llamada de un posible trabajo temporal, me recuerdo a esos personajes de series americanas en los que el protagonista espera la llamada del chico/a que le gusta e incluso llega a descolgar el teléfono, dándose cuenta que en la otra línea solo hay un esclarecedor “tuuu tuuu tuuu”. A estos términos aún no he llegado, pero eso de coger el teléfono a toda ostia esperando que al otro lado esté mi chic... mi trabajo, ya lo creo que si.

Por un lado mi teléfono (que diría el gran E.T.) y por otro Youtube son los dos protagonistas que ahora mismo colapsan mi vida, y viendo monólogos, a pesar de que me gustan, también tengo mis momentos de apretar el culo cuando en uno de los chistes que consiguen colar con el tema seleccionado, a pesar de que el monologuista sigue hablando sin dejar casi espacio entre el final de su chiste y la siguiente frase, se oyen tres aplausos, y después cuatro más fuertes… y entonces el monologuista se calla pero la ha jodido porque se ha callado a la vez que uno de los que aplaudían ha dejado de aplaudir y quedan otras vez esos tres insulsos aplausos dentro de todo ese silencio, por lo que el monologuista decide a hablar otra vez, pero horror, otros dos desalmados del público se han decidido a aplaudir con más fuerza a la misma vez y finalmente toda la sala aplaude interrumpiendo al monologuista que había probado, en vano, hacerse oír alzando más fuerte su voz. El monologuista desiste con una carcajada, un sorbo al agua y un formal “gracias”.

Y bueno, viendo este ejemplo quizá valores la importancia de un regidor (ese que controla al público y dice cuando este tiene que aplaudir), pero no sé, quien en alguna ocasión no habrá visto en el Diario de Patricia en todos estos incontables años que lleva ya en antena, o en algún programa sucedáneo, ese momento en el que el invitado dice algo así como: “y eso, que mi afición viene desde pequeñito, desde que llevaba pañales, vaya”. Al regidor, esta frase la ha parecido una joya y por sus santos cojones da tres aplausos tan fuertes que resuenan en todo el plató con un eco propio de un programa de televisión local y resuena en todo el plató, y en toda tu cabeza y entonces al público no le queda otra que dar un tímido y porculero aplauso.

Y yo me veo en la obligación de colgar, otra vez, el vídeo de Los Volcanes.



Hace no mucho, por razones que nunca llegué a conocer, el modem de mi ordenador dejó de funcionar, no durante mucho tiempo, pero el caso es que yo no tenía Internet. Eso es, no tenía Internet y delante de mi ordenador, con el fondo de escritorio de Neurosis, y tras seleccionar con el puntero en este haciendo cuadraditos y rectangulitos por todo el escritorio, de mí surgió una pregunta:

¿PARA QUÉ COJONES SIRVE UN ORDENADOR?

Tras unos minutos de sudores fríos caí en la cuenta de que tenía un juego; EL juego: EL BUSCAMINAS (así en mayúsculas, para que acojone más)

...pero nada, en cuanto conseguí hacerme la puntuación máxima en nivel medio (vale que no había más puntuaciones) y me mataron en el nivel máximo cuando me faltaban cinco minas porque al elegir una al azar, le di a la que no era, caí en la cuenta de la importancia de Internet. Y ahora haré un copia pega de un diálogo de una película de Kevin Smith, “Jay y Bob el Silencioso contraatacan”:

- ¿Qué coño es eso de Internet?

- Es una herramienta de comunicación, se usa en todo el mundo y la gente se conecta para despotricar sobre las películas y compartir pornografía.


Y bueno, todo esto había empezado con una frase que no ha tenido mucho que ver con el desarrollo del post, pero que cuanto menos (me) da que pensar. Como experimento un día habría que trasladar al público de el Club de la Comedia a un funeral a que escucharan al cura y a unos familiares de luto por su ser querido, de público al Club de la Comedia. ¿Qué macabro, no?.

Y bueno, felicito a las personas que hayan conseguido leerse toda la parrafada, que no ha sido corta, pero más me felicito a mi, que la he escrito, me la he releído y encima voy a seguir leyendo ahora a la loca de Cinco Horas con Mario. Ojala Mario despierte y le suelte dos buenas patadas y suenen risas enlatadas en mi habitación justo en ese momento. Sería bonito.

martes, octubre 10, 2006

Wake up the dead

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Creo que una de las palabras que más me gustan, no como suena, sino lo que significa, es la palabra subjetivo. Destapando uno de esos secretos que un tipo de mis características debería llevarse a la tumba, confieso que me gusta mucho, es más, diría que me encanta el disco “Morning View” de Incubus y el hecho de que tenga que explicar el por qué es lo que da sentido a estas líneas.

Era el último lunes de vacaciones que me pasaba en la playa de Matalascañas. Estaba viendo la tele y asqueado giré la cabeza y pude ver el discman de mi hermano suplicando que alguien lo usara. Como hombre de bien que soy, hice caso a las suplicas y ya de paso aproveché y le hice un favor a mi saturada cabeza. Cogí la sudadera gris, en la misma habitación donde buscaba un disco tranquilo para darme un paseo por la orilla de la playa. Tras desechar varias opciones llegué a ese disco amarillo en el que con edding y en cursiva ponía: Incubus “Morning View”.

“Pfff, no me mata, pero es tranquilo: le daré otra oportunidad”

Ya en la playa, paseando descalzo (como lo pudiera estar Jaime Cantizano en un reportaje del Hola) y con mi sudadera gris en cuyo único bolsillo llevaba metido el discman, puedo recordar como si hubiera pasado hace cinco minutos, que lo que se me pasó por la cabeza fue: “Me parece increíble que esto sea gratis”.

La banda sonora de ese paseo la ponía ese disco mientras andaba contra el viento y tras las notas esuchaba las olas del mar en una playa completamente solitaria e iluminada únicamente por las farolas que de lejos llegaban desde el paseo marítimo.

Las pocas noches que allí me quedaban repetí la misma operación, día sí, día también y a pesar de que escuchaba otro discos, el que estuvo por primera vez es el que recuerdo de mejor gana por eso de lo especial de las primeras veces y más cuando estas llegan sin avisar.

El otro día, hablando con un amigo salió una duda y era saber si son las situaciones las que componen nuestra personalidad, o la propia personalidad provoca que sucedan ciertas situaciones. Por poner un ejemplo, me pregunto: ¿Me gustaría la misma música si hubiera nacido en Eslovaquia en los años 70?¿Me impresionaría lo mismo los mates de Jason Richardson si viviera en una familia Amish al norte de Estrasburgo?, vamos que, ¿hasta que punto importa la genética en nuestros gustos o preferencias?.

Supongo que en algún libro de texto de psicología social dará la respuesta a todas estas tonterías que me dan por pensar, pero como ya dije una vez, profético, en plan señor Miyagui, las mejores lecciones son las que carecen de maestro.

Ojala en el techo de mi habitación encontrara las respuestas, porque es tumbado en mi cama cuando más preguntas me hago. Hoy la mayoría de ellas empiezan en “por qué”.

Otro post chungo.

La mujer de Mario (el de las cinco horas), está como una puta cabra.

jueves, octubre 05, 2006

Cinco horas con Zalo

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Una vez más me encuentro en la parada del autobús, pero no en la de siempre, sino en la que está más cercana al estanco y es que tuve que ir antes a comprar un metrobus porque se habían agotado todas las existencias en casa. Tras quince minutos esperando saco el móvil. Siempre siento una especie de inhibición en el momento de sacar del bolsillo mi móvil, no sé si es porque no consigo quitar ese fondo de pantalla de Homer Simpson que tan poco me gusta o porque la forma del móvil me gusta casi tan poco como el fondo de pantalla, el caso es que ocurre.

Selecciono Nuevo Sms, ¿tendré saldo suficiente?:

“l pto bus no psa. Llgo tard”


Cuando voy a buscar en la agenda el número al que tengo que enviar el mensaje, frunzo el ceño y recuerdo que Gonzalo hace tiempo que no tiene móvil. No se que me pasa para escribir mensajes con el móvil, pero me siento como un abuelo usando el Photoshop y es que los escribo realmente despacio, es por esto y por el hecho de tener puteado a Gonzalo esperándome lo que hace que me cague en la puta doblemente. Bien.

Al día siguiente, abro mi correo y veo tres nuevos mails: dos ofertas de piso y un muchacho que se ofrece a compartir piso con nosotros.

Emocionado cojo el móvil para mandar un mensaje y comienzo un diálogo conmigo mismo:

- Mierda, ¿tendré saldo suficiente?
- ¡Ah, si! Si al final no mandé ayer ningún sms
- Nuevo sms
- Tnmos 3 mails: 2 ofrtas d pso y 1 xa cmpañro. Yeah!.
- Vale, ¿cual era el numero de Gonzalo?
- Gilipollas, GONZALO NO TIENE MOVIL.

Aclarar que siempre que puedo evito el lenguaje sms, pero para ilustrar mejor el mundo del celular lo he puesto cual adolescente evitando faltas de ortografía graves, los que quitan las haches en los mensajes merecen una muerte lenta y agónica, desde luego que sí.

He empezado a leerme un libro:



Empecé ayer mismo y escogí este libro desconociendo completamente el argumento, guiado solo por el título, el autor y la portada: Cinco horas con Mario, Miguel Delibes, persona con manos, ojos y creo que también tiene una nariz.

Cuando era pequeño afrontaba los libros con mayor optimismo cuando en ellos había unos cuantos dibujos que si bien eliminaban toda capacidad de imaginarme a los personajes como me saliera de la entrepierna, sentía una especie de mayor fluidez a la hora de leer.
Hoy me pasa lo mismo pero en vez de con los dibujos, con los diálogos. Me gustan mucho los diálogos en un libro, y es que de alguna forma también quitan densidad a todo ese montón de párrafos con algún que otro punto y aparte suelto.

Si de pequeño una vez empezado el libro, empezaba a pasar páginas para ver cuando llegaba el primer dibujo, ayer, con Cinco horas con Mario, empecé a pasar páginas para ver si encontraba en suerte algún diálogo.

Ni uno solo.

El argumento del libro consta de una mujer que se queda viuda y habla al féretro de su marido durante las 256 páginas: sin diálogo. 256 páginas de monólogo, o al menos de eso tiene pinta, ya veremos si me equivoco más adelante. De momento el libro me está gustando aunque no haya dibujitos, ni sms, ni diálogos putos.

lunes, octubre 02, 2006

Mucho guiri, mucho gay... mucho guirigay.

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¿Cuántas veces en un concierto se os ha puesto delante un tipo de uno noventa?
Bien, yo soy ese tipo.

De vez en cuando miro hacia atrás a ver si estorbo a alguien y normalmente siempre encuentro a alguien buscando campo de visión entre mi cabeza y la de la persona que tengo al lado. No puedo evitar sentirme mal a pesar de que lo único que pueda hacer al respecto sea echarme a un lado para acabar molestando a otra persona.

El otro día iba sentado en el metro con unos cuantos asientos libres a mi alrededor. Cuando aún me quedaban unas cuantas paradas para llegar a mi destino, un hombre de estatura media y unos 150 kilos de peso, subió al vagón y, como no podía ser de otra forma, se sentó a mi lado. Mis piernas pasaron de una espatarrada V, a una I cursiva bastante acojonada. A los pocos segundos de entrar ahí, mi pierna izquierda, la que estaba en contacto con la pierna derecha del señor, empezó a sudar sintiendo ese peso que no le correspondía. Esta experiencia me hizo sentir como si midiera uno cincuenta en un concierto, la sensación esa de, me estoy jodiendo y poco puedo hacer para evitarlo.

Pido disculpas a los afectados.

Esta historia me ha recordado a hace unos cuantos años, en el metro de Moncloa. Me subí a la vez que un hombre de unos cuarenta años y complexión generosa, el cual se sentó también a mi lado a pesar de que, también, había unos cuantos asientos libres, de hecho yo diría que el metro estaba prácticamente vacío. Este hombre respiraba muy fuerte y muy profundamente, como si estuviera durmiendo. El tren había recorrido una parada cuando el compañero me habló:

- ¿Tú tienes novia?- su respiración seguía llevando el mismo ritmo. Hablaba como el colega negro que va en silla de ruedas en la serie de Malcolm.
- No
- Yo tampoco
- Ajá
- Mi madre si tiene novio – en este momento empecé a buscar miradas cómplices dentro del vagón, pero las pocas que podían haber ya se habían bajado- Si, y yo hay veces que les espio cuando follan

-

- Si, pero ella no se entera- Su respiración era más intensa a medida que avanzaba la historia y en mi mente se pasaba la posibilidad de bajarme del metro en ese mismo momento, pero quedaban pocas paradas para llegar y el tren en el que iba podía ser de los últimos en pasar.
- También hay veces que le cojo las bragas, cuando no puedo espiarles. – El tiempo pasaba demasiado despacio. Jamás había sudado tanto en el metro.
- ¿En qué parada te bajas? – me dijo
- Esto… dentro de poco.
- No, ¿pero en cual?
- Diego de León (por ejemplo)
- Vale pues te acompaño hasta entonces.

Mi memoria selectiva ha hecho que me olvide de la mayor parte del enfermizo monólogo que el colega me brindó durante seis paradas de metro lo cual agradezco enormemente.

Como iba diciendo, ayer estuve en el concierto de Mogwai.



Todo un recital que dieron los escoceses mezclando momentos ambientales en los que uno se perdía, con bofetadas en forma de explosión de las guitarras acompañadas de la iluminación y la contundencia de los preciosos ritmos de la batería, que ponían los pelos de punta en más de una ocasión.

Muchas veces en los conciertos tengo momentos de sentirme mal cuando sin darme cuenta me he puesto a pensar en historias que no tienen que ver con lo que está ahí. Mi cerebro me dice “Tío, ¡tu eres gilipollas!, deja de pensar tonterías y atiende, que están tocando Mogwai” y también me siento mal cuando bostezo y pongo excusas en mi cabeza como si alguien me estuviera escuchando “ No pasa nada, es normal que bostece, si me acabo de levantar de la siesta como el que dice”.

El próximo concierto al que iré será en Londres a uno de mis grupos favoritos, sino el que más, con Jorge y Rafa: Neurosis.

Un 1 en la quiniela.

lunes, septiembre 25, 2006

Dos hombres y un semáforo

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Me he quitado las gafas para frotarme con el dedo pulgar y el dedo índice de mi mano derecha, la zona donde viene a recaer todo el peso de estas. Hay días que parece que las gafas pesan más. Luego he ido al cuarto de baño y tras lavarme la cara me he frotado las sienes porque me dolía la cabeza. Supongo que lo que quedaría de persona interesante en un blog, sería contar que me he ido al Retiro a leer una novela de Hemingway mientras veía como los padres remaban en las barcas con sus hijos y a la vez podía oler a césped recién cortado, pero la realidad es que me duele la cabeza por haberme pasado la mayor parte de la tarde jugando una liga con el Sevilla en el Pro 5. Por lo menos he fichado a Henry.

A principios de este mes dejaba el equipo de baloncesto. Fue el primer paso importante que di en cuanto a mi decisión de irme a Londres una temporada. Por una parte me dio pena por todo lo que significa y ha significado el baloncesto para mí, retirarme (momentáneamente) con 21 años del baloncesto era algo impensable hasta hace unos meses, pero por otra parte sentí una especie de alivio por haber oficializado mi decisión e ilusión porque sentía que ese era el primer paso de un largo camino.

Tras haber hablado con mis padres y dejar en el olvido la matrícula de la universidad de este año, la cosa está encauzada y falta empezar a poner los cimientos de este viaje para que no haya desagradables imprevistos.

La idea viene siendo irnos a principios de Noviembre. ¿He dicho irnos? Así es. Este viaje lo comparto con el compañero de fatigas (unas cuantas ya) Gonzalo. El muchacho, aplicado donde los haya, ha conseguido diplomarse este año y aprovecha el tirón para intentar intimar con el que escribe, pero ya le he advertido que no soy un tipo fácil. Nada de tocarme las tetas en la primera cita.

La realidad es que la idea se la copié yo a él, así que mejor no sacar conclusiones.

Al haber bajado del tren en el que viajaba mi rutina, ahora mismo me encuentro en una situación un poco extraña. El tiempo que me queda aquí estoy más cerca de Londres en cuanto a haceralgoconmivida, pero la cuestión es que físicamente estoy en Madrid. Al estar a medio camino de un sitio y otro he decidido dejar mi mente reposar en Portugalete: Hola Javi.



Y como me he desviado mucho en el párrafo anterior, pues me desvío del todo y comento que me gusta como suena la palabra “sienes” siempre que se refiera a la parte de la cabeza en la que los gangsters amenazan con quitar la vida a los blancos, y no a como diría “cienes” un canario. Y puestos a gustar, no me gusta escribir la expresión “finde”. Puedo decirla y no muero, pero cuando la escribo siento como si tuviera 14 años y un mini de Kaliway en mis manos.

Retomando…

El año pasado, en los días previos en los que iba a hacer el viaje a Nueva York, tenía la sensación de que todo el mundo hablaba de Nueva York, que en la tele solo echaban reportajes de Nueva York y que todos los grupos que me apetecía escuchar eran neoyorquinos. Me vuelve a pasar lo mismo esta vez con Londres y me doy cuenta de que lo que cambia no es lo que pasa, sino la percepción que tengo sobre todo lo que me rodea.

Ayer escuché a un tío al lado mío como hablaba sobre Candem Town, si no me fuera a Londres ese tío se hubiera perdido en uno de mis infinitos huecos de mi cerebro-memoria. Es como la sensación esa de que vemos a más parejas empalagosas en el metro, cuando nuestra pareja nos acaba de mandar a tomar vientos.

¿La foto del semáforo? La hice el otro día en mitad de un atasco. Me gusta y no encontraba algún buen motivo para ponerla excepto este: Ninguno.

jueves, septiembre 21, 2006

Más chufas = Más sabor

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Me encontraba hace un rato en la cocina de mi casa a punto de empezar a cenar. Me levanté a encender la radio y me volví a sentar esperando que de lo que allí saliera fuera algo medianamente interesante, porque de no ser así mis pocas ganas de levantarme a cambiar de emisora me tendrían escuchando basura el tiempo que tardara en engullir la cena.

La emisora que estaba en ese momento era Radio Marca y en ella se podía escuchar al locutor leyendo una cantidad ingente de mensajes a móviles lo que hacía que acelerara su ritmo y no dejara separación entre mensajes. Aquello parecía un único mensaje. Si acaso el punto final lo indicaba un mensaje diciendo algo así como “Laura TQ cariño, eres mi vida.”

Aguanté como un campeón, o como un gilipollas, escuchando la emisora con mi plato de arroz por delante y mi botella de horchata destapada a mi derecha. No le puse el tapón para ahorrar energía y es que por cada tiento al arroz, acompañaban un par de tragos a la horchata. Medio litro en una sola cena es el resultado de beber a base de lingotazos.

Se me acabó la botella aún sin haber acabado el arroz y entonces, mire frente a frente a la botella vacía, la chica de la etiqueta me desafiaba... ¿me desafiaba a qué? Me desafiaba a recordar y asi lo hice, recorde su ley:

La ley de la botella.



Dios santo, la ley de la botella. ¿Como algo tan simple ha podido llegar a cotas tan altas?. Recordemos:

A la ley de la botella, el que la tira va a por ella.

Esta poesía creo que solo está a la altura de Luís Solera y alguno que otro más, aun con esas, acojonante me parece como todos los niños de España y me atrevería a decir que también de Hispanoamérica, se acogen a la ley de la botella cuando un balón en mitad de algún partido (de fútbol habitualmente), sale despedido varios metros fuera del campo y nadie se decide a ir.

Pero un momento, ha llegado el avispado de turno, el que se quiere hacer respetar y no va a por el balón más por una cuestión de status que porque no le apetezca ir a por él. Este muchacho, sagaz y ávido como pocos se acogerá a ella.

La ley del vaso.



Quizá esta sea más independiente y no todos las pandillas hispanohablantes la conozcan. Esta es:

A la ley del vaso, el que la tira no hace caso.

Sin palabras.

Contando esto no es que quiera incidir en el nivel de absurdez de estas leyes, al fin y al cabo están hechas para los niños de ayer y hoy. La conclusión a la que llegué en la cena, desafiado por la chica de la etiqueta de la horchata, fue a la capacidad de difusión que puede llegar a tener ciertas paridas.

Otro ejemplo:




No sé si este estará tan difundido como la ley de botella, pero desde luego yo he conocido a gente de distintas ciudades, culturas y pandillas de la muerte, hacer este gesto con la mano. Por si alguno anda despistado explicar que este divertido juego consiste en que el sujeto A, pone la mano tal y como se ve en la ilustración cerca del campo de visión del sujeto B, el cual no sabe que la mano del sujeto A esta rondando por ahí. Entonces, agarraos a vuestros faldones, el sujeto B mira la mano del sujeto A sin que este le hubiera dicho que lo hiciera (!!!)

Y una vez más insisto no en el hecho de que esto exista, desde luego cosas peores se han visto, sino al hecho de que esta subnormalidad haya llegado a extenderse por distintas zonas sin que nadie puede pararlo.

Creo que en algún momento del relato tuve que hablar del momento Ricky Martin y la nocilla (mermelada, mantequilla, fuagrás, philadelphia…) pero no he sabido colarlo en ningún otro momento que no sea este.

miércoles, septiembre 20, 2006

Youtube

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Si hasta hoy no he colgado ningún video en el blog, no ha sido porque tenga alguna intención de ir de underground, es que simple y llanamente no tenia ni idea de como hacerlo, no porque resulte díficil (copiar + pegar), sino porque era de esas cosas que solo se me ocurría preguntar como se hacía cuando no había nadie cerca que me pudiera ayudar. Y esto me pasa con tantas otras cosas que ahora mismo no me acuerdo de ninguna.

Para empezar, para mí uno de los mejores videos que he visto en Youtube hasta la fecha. Increible de principio a fín. Los volcanes. Olvídame.

Un himno.



¿Las palmadas aleatorías?¿Los trajes de ambos?¿Los espasmos que le dan en los hombros al colega de gris?¿El biombo de detrás?¿La intervención final del presentador?. Son tantas cosas brillantes en tan poco tiempo que desde luego no sé con cual quedarme.

El segundo vídeo es un fragmento de un capítulo de Padre de Familia, serie que desde aqui ánimo a todos a que veáis, descarguéis, pidáis o robéis, ya que me atrevo a decir que es mi serie de dibujos favorita. ¿Mejor que Los Simpsons?. Mejor que Los Simpsons.



Hasta aquí este interludio y recordad, la música, evidentemente, ha venido en una cintita, en un com... en un compat.

lunes, septiembre 18, 2006

Restando

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Cuando era pequeño, justo en los momentos previos a las campanadas de fin de año, tenía como costumbre pensar cosas como “esta es la última meada del año”, “esta es la última vez que veo mi habitación este año” o “esta es la última vez que pienso que esta es la última vez, este año”.

Hoy mismo, justo antes de hablar con mis padres, he ido a mear y un pensamiento parecido se me ha venido a la cabeza.

Una vez he acabado de miccionar (que me encanta esta palabra), he reunido a mis padres en el salón, mi hermano Rafa estaba también allí para prestarme su agradecida colaboración fraternal, y justo después les he dado un texto a cada uno. Este es:

Tenía una profesora de Historia en 1º de Bachillerato que acostumbraba a preguntarnos algunas cosas que había explicado en clases anteriores. Recuerdo que cuando llegamos a la lección de la primera guerra mundial, tenía como costumbre preguntar “¿Cuál es la chispa que originó la primera guerra mundial?”.Hacía especial hincapié en eso de “la chispa” porque siempre que hacia esta pregunta alguien le respondía dando las causas lo cual era muy distinto.

La chispa que originó la primera guerra mundial fue el asesinato del archiduque Fernando, heredero de la corona austrohúngara. Aquel que a la pregunta de la profesora respondía “rivalidades territoriales, económicas o políticas” era recriminado por la profesora con vehemencia ya que eso eran las causas y ella “no había preguntado eso”.

El otro día hablando con Gonzalo sobre nuestra vida, nuestro futuro, de mi salió una chispa que no fue otra que expresar una idea transformando así esta de idea remota a posibilidad muy real. ¿Y cual era esta idea? La idea era (y es) pasar este año en Londres, dejando aparcada la carrera y todo lo que la vida en Madrid conlleva.
Lo considero la chispa porque la idea viene rondando por mi cabeza desde hace bastante tiempo, pero nunca lo llegué a plantear como posibilidad hasta aquella conversación. Así que me decidí a pensar en ello y la ilusión por llevar esta idea a cabo se multiplica a partes iguales por un lado por lo que me desmotiva seguir aquí en Madrid y por otro lo mucho que me ilusiona vivir una experiencia allí. Para que os hagáis una idea, me ilusiona más estar trabajando limpiando vómitos allí que seguir con la vida en Madrid tal y como se me plantea en este momento. Y cuanto más lo pienso, más claro lo tengo.

Desde pequeños siempre hemos seguido el mismo estilo de vida que nos han impuesto el cual siempre he sabido sobrellevar, con más o menos solvencia, pero sobrellevándola al fin y al cabo. Por distintas circunstancias de la vida hoy por hoy me siento muy desmotivado con el tipo de vida que llevo y me veo como un títere en manos de lo que el destino le de la gana hacer conmigo sin yo ser capaz de tomar ninguna decisión sobre él ni tener fuerzas ni ganas para hacerlo, es por eso que quiero, no quiero, NECESITO cambiar el rumbo aunque sea de forma temporal para sentir que tengo las riendas de mi vida. Necesito tomar decisiones, madurar y coger aire para poder seguir buceando.

Desgraciadamente no he nacido con ninguna vocación. Cuando intento verme a mi mismo dentro de un tiempo no tengo claro que será conmigo, la incertidumbre es un lastre que pesa mucha a estas alturas y es por eso que esto me ilusiona especialmente, porque tengo muy claro que es lo que quiero y lo que me ilusiona.

Si con todo lo escrito sigue pareciendo que lo que quiero vivir no es más que un capricho de juventud, entonces es que no he sabido expresarme bien y es que si bien esta carta empezaba contando la chispa de todo, lo que he querido desentrañar han sido las causas, y estas no son un simple capricho. Lo juro.


Expresarme hablando no ha sido nunca uno de mis puntos fuertes, así que la razón de que les diera esta carta era para soltar todo de un tirón y que no se me quedara nada en el tintero. Además, por escrito no se puede tartamudear.

Su reacción ha sido la esperable dentro de lo que cabe. Lógicamente no me iban a abrazar y besar una vez hubieran leído la carta, pero sin llegar a esos límites, lo han entendido. Mi madre más que mi padre, dicho sea de paso.

Y bueno, ahora para creerme de verdad que me voy, solo falta ponerme una de esas cuentas atrás en el nick del Messenger que tanto me gustan. Que dolor.

viernes, septiembre 15, 2006

It's the Hard Knock Life

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No sé exactamente el número de personas que tienen a bien pasarse por esta página de vez en cuando para descubrir que por fin hay una nueva actualización. Sean una, dos o tres personas, no puedo evitar sentirme un poco mal por tirarme varios días sin colgar una mierda porque al frecuentar bastantes blogs, sé de buena tinta lo que jode encontrarse con el mismo título ante tus ojos y con el mismo número de comentarios de un post que hace una semana que leíste (aprovecho para increpar a todos aquellos que os sintais identificados a que actualiceis, cabrones).

Y si escribo esto es para que a esas dos o tres personas, no les pase lo que acabo de contar.

Llevo varios días, que coño, varías semanas acostándome no antes de las 4, y aprovecho estos momentos para escribir algo, la cuestión es que lo que escribo lo acabo o bien borrando, o bien guardando para colgarlo en un futuro. Colgar esas cosas que escribo sería como si el día del 11S, en la portada de mi periódico yo hablara del tiempo que hace en Alpedrete (me parece que esta metáfora ya la leí por ahí). Algo así como que tengo la cabeza tan ocupada en un tema que no me siento cómodo contando otras cosas y al no ser así creo que lo que escribo sale bastante peor.

Espero que a partir del próximo post, ya pueda poner en portada el 11 – S. (Siempre con las metáforas…)

Y bueno, para cerrar pongo un trozo de la película de Traffic, que vi el otro día y aprovecho para pedir que me recomendéis películas y es que últimamente no paro de devorar una tras otra.

Lo de Traffic:


Cuando echaron a Kruchev, se sentó, escribió dos cartas, se las dio a su sucesor y le dijo:

- Cuando se encuentre en una situación de la que no sepa salir, abra la primera carta y estará salvado. Y cuando se encuentre en otra situación de la que no sepa salir, abra la segunda carta.

Aquel hombre no tardó demasiado en encontrarse en un aprieto así que abrió la primera carta que decía: - Écheme la culpa de todo. Siguió su consejo y asunto arreglado.

Cuando se encontró en otra situación de la que no pudo salir abrió la segunda carta. Decía: - Siéntese y escriba dos cartas.


Esto es algo así como copiar y pegar la letra de una canción como hacen en los fotologs para rellenar espacio, pero bueno, yo lo hago con las pelis, que molo/a más.

Las 4.03. ¡Auch!.

domingo, septiembre 10, 2006

Carreteras secundarias

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Veo por la tele en una de esas series de La 2 de risas enlatadas, como a un tío le traen una pizza cuatro quesos a su casa. El tipo se deshace del repartidor con un sutil “quédate con el cambio” y a toda prisa cierra la puerta y se sienta en su cómodo sofá de cuero dejando la pizza encima de la mesa. El tío coge entonces el mando a distancia, enciende la tele y tras abrir la caja de la pizza, coge un trozo generoso que deja un hilo de queso fundido por el camino.

Me entran tantas ganas de comerme un trozo de pizza, que casi duele.

Un amigo me pide que le recomiende un disco, “algo tranqui a poder ser”. Yo le comento que “últimamente estoy muy viciado a un grupo francés algo desconocido que se llama Kwoon. Su disco, Tales and Dreams. Llevan un rollo muy parecido a Sigur Ros, ¿los conoces?” “Emmm…No” “Bueno, pues sin entrar a describir el estilo al que pertenecen porque siempre se me ha dado fatal, diría que llevan un rollo instrumental con canciones que te van envolviendo en una atmósfera de la que no consigues escapar sin que se te hayan puesto los pelos de punta. Vamos, a mi me pasa”

A mitad de la descripción (tanto en su día a mi colega como ahora al escribirla) me entran tantas ganas de escuchar ese disco, que casi duele.

Y si hablas con alguien con el que tienes un conocido en común que hace mucho que no ves, o escuchas a dos personas totalmente ajenas a ti hablar de tu película favorita pues entonces, también, también te dolerá. O casi.

Ahora mismo estoy sentado en la silla de mi habitación con un ventilador que dispara directamente hacia mi cara y con un calcetín atado a mi muslo izquierdo. Tengo una extraña lesión que cuando ejerzo presión sobre la zona afectada, me alivia notablemente y bueno, digamos que a estas horas de la madrugada no hago más que darle vueltas a las desmotivaciones y a la autocrítica que de ella sale, que no tiene nada ver pero que tampoco importa que asi sea.

Desde hace un tiempo no acabo de terminar contento con muchas cosas que hago, y lo que me preocupa no es como cambiar para mejorarlas, es que creo que a pesar de los pesares he alcanzado un límite (con el cual no acabo satisfecho) y mejorarlas implica coger otro camino.

Todo es cuestión de ciclos, todo va marcado por caminos en las que las señalizaciones son muy claras. Puede que el camino no te guste, pero es conciso. Hay momentos en los que debemos salirnos de ese camino para empezar a construir el nuestro propio, sin que nos lo den indicado, como una carretera secundaria. Lo difícil del asunto es que a lo largo de nuestra vida, con la rutina de seguir siempre por la misma línea recta, cuesta saber si el momento en el que vamos a torcer para emprender nuestro propio camino es el adecuado.

Reflexión
y decisión importan a partes iguales. Quizá al principio no me guste lo que vea en este nuevo camino, pero esa insatisfacción la supliré con el ánimo de saber que el camino lo estoy construyendo yo solo, sin indicaciones. Es como cuando me hago la cena que a pesar de que no esté tan buena como la que me hace mi madre, me sabe mejor por la satisfacción de haberla hecho con mis manos.

Y tras un giro inesperado vuelves a la carga por donde lo habías dejado, pero con la satisfacción de no haber desaprovechado el tiempo y la motivación de que ante el camino que te espera, tienes tantas posibilidades como ideas, propuestas y motivaciones tengas en tu cabeza.

Tras todo esto me gustaría dejar de escapar del daño (o casi) para empezar a enfrentarme a él y darle bien por el culo.

Y ya está.

Ahí os dejo el enlace del disco de Kwoon para que os lo bajéis en descarga directa y lo disfrutéis tanto como yo lo he hecho. Compartir es vivir, demonios.

viernes, septiembre 08, 2006

Maldita sea

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Ayer era uno de esos días en los que no es que me apeteciera echarme una siesta, es que la necesitaba. Había dormido tan solo tres horas la noche anterior y tenía esa sensación no de sueño que se te cierran los ojos y tienes legañas, sino ese sueño en el que te duele la cabeza y todo lo que te rodea parece que va más despacio y hace más ruido.

Llegué por fin a casa con ganas de comer rápido e irme pronto a la cama para recuperar la sensación de estar vivo. Cuando estaba comiendo totalmente ausente de todo, de mí mismo incluso, mi madre dijo una frase tan sentenciadora que consiguió hacerme volver a este mundo:

“Acuérdate que esta tarde tienes dentista”


Sin fuerzas siquiera para cagarme en la puta a gritos, la única forma que tuve de reaccionar fue quedándome con el tenedor paralizado a medio camino entre el plato y mi boca abierta. Sin intentar ser muy catastrofista me di cuenta de que aún tenía tiempo de echarme algo más de una hora, a pesar de que mi cuerpo pidiera cuatro o cinco.

Le pedí a mi madre que me despertara a la hora de irme porque ni oiría el despertador cuando este sonará, ni tampoco me apetecía una mierda ponerlo.

Llegó la hora de irme y a pesar de haber dormido hora y media en el reloj, en mi cabeza no habían sido más que diez minutos. Algo más espabilado que por la mañana salí de casa camino al dentista. En ese momento tenía la boca tan seca que parecía que había estado masticando cartón durante horas. Me acordé que la última vez que fui al dentista también iba con la boca en las mismas condiciones, pero la culpa aquella vez era de una asquerosa resaca en vez de una asquerosa siesta. Voy madurando.

Al llegar al portal donde estaba la clínica, me paré enfrente del telefonillo y con el dedo a escasos centímetros del botón pensé “¿Qué cojones digo cuando cojan el telefonillo?”. No sabía si decir mi nombre, o decir a lo que iba. Finalmente pulsé el botón sin una idea fija confiando en que mi capacidad de improvisación me sacara del apuro:

- ¿Si?
- Hola, venía por la revisión.
- Meeeeeeeeek!


Se abre la puerta. Soy un genio.

Al estar la consulta en un bajo pasaron muy pocos segundos entre que abro la puerta y llego hasta la consulta. Al otro lado me espera la recepcionista y me suelta un demoledor:

- No vienes a una revisión, vienes a que te empasten una muela.

A lo que yo respondí:

- Ya bueno, es lo primero que se me ha venido a la cabeza.

Tras esta conflictiva intervención la recepcionista me hace pasar a la sala de espera, que venía a ser una habitación con dos sofás y una mesa con revistas. Como las salas de espera de toda la vida, vaya.

Estaba solo. Nada más sentarme me fijé en un cuadro que había colgado en la pared, en el que se podía ver la orla de la promoción de 1985 de la facultad de medicina y fijándome en las lógicas pintas ochenteras de los alumnos, intenté a contar cuantos de ellos llevaban bigote. Cuando llegué a quince, paré porque me cansé.

Después miré la mesa y pude ver siete “Holas” dos revistas de National Geographic y un comic de Mortadelo y Filemón. Tras sendos intentos fallidos con estos dos últimos cogí un “Hola” confiando en que si así lo hacía, tardarían poco en llegar a buscarme por eso de estar a la altura con la recepcionista de aquella primera impresión. Cuando estaba leyendo algo acerca de Aaron Spelling, la recepcionista me llamó. Era mi turno y el corrector del Word cambió automáticamente en este mismo párrafo de Mortadelo a Mortadela, porque le ha venido en gana.

Yo seguía allí, dormido, con la boca seca, cuando una nueva sorpresa se mostró ante mis ojos:

El que iba a atender no era el dentista, sino LA dentista y estaba buena como ella sola.

La situación era que una tía buena al abrirme la boca vería un agujero negro el cual debería rellenar de una pasta de color indeterminado. Estupendo. Tras una agradable conversación con ella, procedió a anestesiarme la boca y cuando ya tenía esta como si la hubiera metido en una sandwichera, empecé a ver todo lo que hacía ella ya que me veía reflejado en sus gafas.

Uno de los siete instrumentos que tenía dentro de mi boca, era como una especie de tubo por el que no paraba de salir agua, con la cual yo me ahogaba literalmente y cada dos segundos tenía la sensación de que me tragaba dos vasos de agua. Salvar mi vida había sustituido a aquello de salvar la imagen hacía ya un rato.

Una vez acabada la intervención me fui a casa cabizbajo, con la boca anestesiada y sin ganas de dormir.

Moraleja: Las historias de taxistas son bastante más entretenidas.

domingo, septiembre 03, 2006

¿Y si hubiera entrado Carmen Electra ofreciéndome un vaso de horchata fresquita?

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Sábado por la noche. Acabo de conseguir mi objetivo, EL objetivo. Este consistía en llegar a la meta que me había marcado con mis apuntes y que venía a ser llegar a subrayar hasta la parte de el coordinador, para entonces poder irme a cenar y empezar a escribir esto.

Las fuerzas han flaqueado al final, y es que en las últimas hojas ya he pasado de primero leer lo que iba a subrayar, razonarlo y entonces después subrayarlo, a sin darme casi cuenta subrayar al mismo tiempo que iba leyendo. He caído en esto cuando he subrayado una frase entera que era una absoluta gilipollez y ni siquiera había reaccionado a mitad de frase para dejar de colorear de amarillo. Después, para reafirmarme que llevaba un rato con la cabeza en Cuenca he mirado las dos últimas hojas y me he dado cuenta de que mi criterio de selección (que es para lo que se supone que uso el subrayador) se limitaba a eliminar una frase que estaba entre paréntesis, la cual si que era importante, pero coño, estaba entre paréntesis.

Un poco cabreado conmigo mismo he intentado enmendar mi error y empezar a prestar un poco de atención a lo que estaba leyendo, entonces he tomado una postura de portero de discoteca frente a las palabras que me ha hecho sentirme un poco mejor.

Pero una nueva dificultad se abría ante mí.

Al principio creí que era porque había estado un momento sin tapa, luego creí que estaba apretando muy poco el subrayador contra el papel, pero finalmente borré el autoengaño de mi cabeza y me convencí a mi mismo de que efectivamente, a mi subrayador se le estaba acabando la tinta.

Una vez lo miré con detenimiento lo que me pregunté es como cojones no se había gastado en la primera hoja.



Me faltaban tres hojas en las que debía ir apretando más para poder llegar mi objetivo, a el coordinador. Usando mi poderoso ingenio tapé el subrayador durante un momento para ver si cogía energía, pero nada, a mi joven amigo le faltaban pocos minutos. Como ir a buscar otro subrayador me parecía de cobarde y poco leal, opté por una opción bastante más valida en mi cabeza: subrayar menos. Y es que no solo conseguiria llegar a mi objetivo sino que además me podría ir a cenar antes (un puto genio, sí).

Apretando y escapando a ciertas frases importantes, lo conseguí.

¡Llegué!.

La última hoja hay que mirarla con un catalejo para distinguir algo de amarillo en ella, pero eso no me preocupa, lo que me preocupa es tener que ir a buscar ahora otro subrayador, que mira que como no queden amarillos, con lo maniático que soy yo con eso de “quieromisapuntesdeunmismocolor” puede haber problemas.

En fin, aun confío en que mi pequeño amigo haya repostado en boxes mientras yo he cenado y he escrito esto, el tiempo suficiente como para dejar los apuntes de el coordinador como mi cojín.



El vaso de horchata que está al lado del cojín es gentileza de mi madre. Creo que el verme estudiando un sábado por la noche le ha llegado al corazón y se ha visto obligada a recompensarme de alguna manera, aunque ella solo me haya dicho “¿Quieres un vasito de horchata fresquita?”

Si Carmen Electra hubiera entrado en mi habitación ofreciéndome sexo, me hubiera pensado más la respuesta.

Ayer empecé los exámenes y este que me estoy estudiando lo tengo el lunes, y bueno, el hecho de que estos coincidan con los días en los que mi deporte favorito ocupa las portadas de los periódicos y encabeza los telediarios, es algo que me encanta casi tanto como una buena patada en la boca del estómago.

Mañana juega España la final del mundial contra Grecia y ni ningún coordinador que se preste, ni ningún subrayador chungo, evitarán que yo me la pierda. Faltaría más.

lunes, agosto 28, 2006

Dime lo que escuchas y te diré quien eres

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Estás pensando. Te encuentras tan metido en tus pensamientos que por un momento te parece que no existe un contexto físico que les rodee, solo están ellos, como cuando estás soñando. Una voz en alemán te hace volver a la realidad. Te encuentras tumbado en el sofá de tu casa y llevabas como unos treinta segundos haciendo zapping en la tele sin tener ni idea que estaban echando en alguna de las cadenas que se han pasado por delante de tus ojos, solo ese tío del teletienda alemán con un pelapatatas en sus manos te ha conseguido despertar.

Sobresaltado como si te acabaras de despertar de una siesta, te preguntas a ti mismo: ¿yo no tenía que hacer algo?

Tras maldecir en voz alta, te levantas de un salto del sofá y te diriges a tu habitación a vestirte y es que salir de tu casa tan solo con esos gallumbos de cuadros no estaría muy bien visto. Llegas tarde. Con una mano te lavas los dientes, con la otra te peinas y mientras te intentas poner las zapatillas a pesar de que lo único que estés consiguiendo sea dejarla como una alpargata porque la parte de atrás de la suela no entra si no es con alguna ayuda. Lo intentas empujando con el otro pie. Nada, tienes que agacharte a colocarlas con las manos. La realidad es que has perdido cinco segundos, tu realidad es que por esa mierda de detalle vas a llegar tarde.

Por fin sales de casa poniéndote la chaqueta mientras andas hacia la parada del autobús. El camino se te hace especialmente largo y vayas para la dirección que vayas, el viento siempre te da en la cara. Has quedado dentro de cinco minutos y tardas cuarenta minutos en llegar a tu destino, eso si tienes suerte. ¿Suerte? Esa palabra se ha ido a tomar un descanso en ese autobús que ves marcharse a lo lejos y en el que tú debías ir.

Te tocas los bolsillos y compruebas que no tienes el móvil por lo que tu intención de avisar para decir que llegas tarde se desmonta. Ves que llega otro autobús a tu parada y confías en que tu suerte cambie esperando que sea el tuyo. Nada, te toca seguir esperando.

Te tocaría seguir esperando, pero decides subir a ese autobús el cual ni siquiera sabes muy bien a donde va. No te preocupa no saber en que autobús estás, ni a donde se dirige, lo único que te importa es que por fin estás sentado en ese asiento esperando llegar a un sitio.

Tras un buen rato relajado en tu asiento te levantas y te diriges al conductor para preguntarle que a donde te lleva. Justo en ese momento ves subir a tu amigo Santi:

- Coño Santi, ¿como tú por aquí?

- Pues nada, que había quedado con estos cabrones, pero me acaban de llamar al movil para decirme que al final lo de esta noche nada, ¿no te han avisado a ti?.

- Pues puede que si, lo que pasa es que me he dejado el móvil en casa, asi que como para enterarme.

- Y si no sabias que se habia cancelado el plan, ¿que coño haces en este autobús?

- Pues esperarte, hombretón

- Jaja, deja de hacer el maricón, que sabes que me pone nervioso.

- Bueno y tu ahora que vas a hacer

- Pues voy con los amigos de la facultad, ¿te vienes?

- Ufff, no sé.

- Venga hombre, no te hagas de rogar…

- Venga, vale, me apunto.



Tu timidez siempre te ha hecho desconfiar de este tipo de planes, pero esta vez es diferente.


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Dialogo extraido de la película "En Tierra de Nadie":

- Joder, vaya profesión

- Si...

- Un experto en minas solo comete un error en su vida

- Dos errores

- ¿Y eso?

- El primero, escoger esa profesión.

martes, agosto 22, 2006

Desempolvando

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Me acuerdo que una vez, cuando era pequeño, en vísperas a un duro día de clase de invierno en el que ni siquiera había clase de gimnasia para hacerlo más llevadero, me encontraba yo tumbado en la cama de mi habitación pensando una buena excusa para no ir a clase al día siguiente.

En ese momento mi inspiración se encontraba bajo cero y la única excusa que se me ocurría era la de decir que estaba malo. Tirando de clásicos. Como lo de mentir no se me da demasiado bien y la excusa era esa mierda, decidí descartar la idea de la excusa en sí y quedarme con la esencia del “estaba malo”, así que, pensando en lo eterna que se me hacía siempre la clase de Matemáticas para hacerme más fuerte, me destapé (sabana y edredón included), me quité los calcetines y me remangué los pantalones del pijama hasta las rodillas. Ahora solo tenía que esperar a que la calefacción no fuera demasiado generosa y que el frío de la calle se colara entre las rendijas de mi ventana y los poros de mi cuerpo.

Mi plan no podía fallar, al día siguiente estaría con la fiebre en el punto justo para no poder ir a clase pero si para poder jugar al Street Fighter 2 en la Super Nintendo que le habían dejado a mi hermano esa misma semana.

Me desperté al día siguiente, y entre legañas pude comprobar que estaba tapado hasta el cuello (sabana y edredón included) acurrucado como si se acabara el mundo, y con los pantalones del pijama sin remangar (desarremangado suena bastante mal). Mi plan había fracasado dándome cuenta (y lamentando) que el sentido común no desaparece ni siquiera cuando estamos dormidos.

Últimamente agradezco mucho los momentos previos a dormirme, siempre en estos momentos maquino muchas historias, quizá demasiadas. El modelo de este tipo de historias que se pasan por mi cabeza suele ser el que empezaría por las palabras “Y si”. Digamos que serían el encabezamiento de los sueños ya que todos esos pensamientos giran en torno a situaciones supuestas. Unas veces parto de historias inventadas a las que dejo que la imaginación haga su trabajo, otras veces cojo historias ya creadas pero les cambio el desenlace o meto factores nuevos que hagan que la historia de un giro inesperado y otras veces, las que menos, me limito simplemente a recordar.

Creo que el hecho de que me encanten estos momentos, se debe también a la situación que viene después, que no viene siendo otra cosa que dormir y lo que ello implica. No sé, no sería lo mismo beberse un vaso de horchata y que luego te dieran una ostia, que beberse un vaso de horchata y después tumbarse en el sofá y escuchar tu canción favorita.

A lo mejor no es positivo que una de las mejores partes del día (si no la mejor) venga siendo esa en la que estoy durmiendo, pero esa sensación de despreocupación que se tiene por todo y no ser consciente de nada, me hacen tener la sensación de que si yo mismo fuera un mando a distancia, le acabaría de haber dado al botón de apagado, porque todo lo que hay en ese momento en la tele es una mierda.

martes, agosto 15, 2006

Veremos mañana...

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Hay una canción de Poison the Well que se llama “Apathy is a Cold Body”. La canción me gusta, y mucho, pero creo que lo mucho que me gusta es directamente proporcional a lo tremendamente en desacuerdo que estoy con el título.

¿La apatía es un cuerpo frío?.

La apatía es un círculo vicioso del que resulta enormemente salir y del que uno se empieza a sumergir cuando tiene delante de sí mismo mucho tiempo libre y pocas cosas que hacer a corto plazo. Teniendo esto en cuenta, creo que queda evidente que estos momentos se dan lugar en verano, con mucho tiempo de vacaciones por delante, por lo que aquello de que la apatía es un cuerpo frío me queda bastante lejos. Quizá Poison the Well pillan vacaciones en invierno.

Tiempos de apatía los que corren pues. Los días se suceden sin ningún tipo de plan a la vista, lo que me hace plantearme cambiar de camino, coger uno algo más empedrado, pero la apatía me encierra en esta habitación y solo me deja hacer cosas que sean necesarias y en las que el desgaste de esfuerzo sea mínimo. Si tengo que ir a la cocina, comeré algo que no haya que cocinar. Si tengo que sacar al perro, lo sacaré el tiempo justo en el lugar más cercano. ¿Estudiar? Mañana. ¿Ordenar el desastre que tengo por cajón? Mañana. ¿Hacer limpieza de disco duro en el ordenador? Pufff… Mañana.

Lo complicado de la apatía creo que es la estrecha relación que mantiene con el estado de ánimo. Y es que cuanto más triste o abatido estás, más apático te sientes y esa apatía a su vez provoca tristeza y abatimiento, por lo que salir de ese círculo vicioso resulta complicado a veces.

Personalmente, en los días de apatía me veo más feo en el espejo.

Pero entonces que pasa ¿qué cuando estas hasta arriba de cosas que hacer, te quejas y cuando no tienes nada que hacer también?

Esa es la cuestión, en que ambas cosas tienen su lado negativo sobre las que sacar una crítica constructiva. Y creo que ahí es donde estoy intentando llegar, en ponerme a parir e intentar esclarecer que es lo que tengo por delante, para conocer el problema y así salir de él.

En baloncesto hay un término conocido como “scouting”, y viene a ser el seguimiento que hace un equipo sobre el equipo contra el que va a jugar para conocer así sus puntos débiles para atacarlos mejor, y conocer también sus virtudes para estar más preparados ante estas.

Digamos que este texto ha empezado a ser un “scouting” sobre mí mismo en el momento en el que he empezado a escribir, y es que la apatía, entre otras cosas, también me quita las ganas de poner un dedo encima del teclado.

lunes, agosto 14, 2006

Gracias por su visita Sr. Gil

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Hasta hace cosa de un año conceptos como: Visa Electrón, Cajero o “esperad un momento que tengo que sacar pasta”, estaban tan alejados a mí como lo pudiera estar la vida sentimental de Inmaculada Galván o los controles antidoping de la clásica de Alcobendas.

A causa del comienzo de mi actividad en el mundo laboral a principios de Octubre del año pasado, me saqué una de esas tarjetas de crédito. Y si me dicen que es de débito me lo creo, porque a pesar de que me han explicado mil veces la diferencia entre una y otra, es una de esas tantas cosas que se cuelan en un importante vacío en mi memoria y consigo retenerlo por un margen de tiempo que tampoco consigo recordar, pero el cual sé que es muy corto.

Hoy por hoy, en cambio, tengo esos tontos debates conmigo mismo y por lo que he podido hablar con otros usuarios de este trozo de papel charol, ocurre con bastante frecuencia. Hablo de las dos posibilidades que se presentan cuando toca sacar dinero que vienen a ser:

1) Sacas lo justo para gastarlo y no desparramar en exceso ¿Qué pasará? Que acabando la noche te entrará un hambre horrible y no te llegará el dinero que tenías en la cartera por lo que te cagarás en la puta por no haber sacado más en su momento.

2) Sacas dinero de más acudiendo al siempre recurrente “por si acaso”. ¿Qué pasa entonces? Pues que “por si acaso” unos cojones. Crecido por lo bien que te lo estas pasando, abres la cartera y sin pensar en las consecuencias sueltas pasta a diestro y siniestro. Con la boca seca, resacoso, y tirado en la cama recuerdas el dinero que has gastado y maldices a Inmaculada Galván y a toda su familia.

Este jueves pasado opté por la segunda opción pero con lo agradable excepción de que no gasté casi nada por lo que mi cartera llegó a casa bien surtida de dinero.

Un momento, ¿he dicho “llego a casa”? Error.

Si con el abono transporte ocurre que se pierde cuando es principio de mes, la cartera la perderás cuando la tengas de pasta hasta las trancas.

Tras haber estado un par de días con el puteo en lo alto del cuerpo una llamada inesperada de Nieves me decía que la cartera estaba en su casa, que me pasara a recogerla.

Puf.


Aprovechando la aparición de Nieves en el blog comento que mañana se va durante un año a Mississippi (que no se si escribe así) a estudiar, disfrutar y en definitiva, a vivir.

A modo del impertinente “puedo saludaaaaaar” que se oye en algunos programas de televisión, saludo desde aquí a Nieves deseándola mucha suerte en esta aventura.




Take care my friend.

lunes, agosto 07, 2006

¿Quién observa al observador?

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J: - Mira tío, se ha subido la hermana del Carlos

S: - ¿La hermana de quién?

J: - ¡Del Carlos!, el que vive al lado del quiosco y tiene unas ojeras que flipas y una camiseta de Blind Guardian.

S: - ¡Ah coño! Ya se quien es… ¿y esa es su hermana?

J: - Si, y no puede darme más asco.

S: - ¿Y eso?

J: - Pues por nada en especial. Por existir supongo. ¿No hay veces que alguien te cae mal por que sí?

S: - No. Si acaso me cae mal alguien por algún estúpido motivo que es ajeno a él y me hace crear contra el cientos de prejuicios.

J: - Si bueno, creo que en realidad a eso me refería

S: - ¿Si? Y cuales son esos estúpidos motivos.

J:
- Mmmmm, no sé espérate que piense… Vale, ¡lo tengo! Creo que es su escote.

S: - ¡Ostias!, ¿su escote?

J: - Si, su escote. Y en realidad nunca me lo había planteado hasta que me has hecho pensar en ello…

S:
- ¿Y qué coño le pasa a su escote?

J: - Me traumatiza. Esa línea que va desde su cuello hasta su ombligo sin hacer ningún alto en el camino y del que parece sentirse tan orgullosa... Dios, lo siento, pero no lo puedo aguantar ¿y sabes lo peor de todo?

S: - ¿Qué?

J: - ¡Que no puedo dejar de mirarlo! Tiene una especie de extraño imán que a pesar de que la primera vez que lo he visto me ha dado muchísimo asco, no puedo evitar mirarlo tres o cuatro veces más.

S:
- Joder… ¿no será que te gusta?

J: - ¿Te refieres al escote o ella?

S: - Yo que sé, dímelo tú.

J: - Quita quita, que me está viniendo un sudor frío hiperchungo.

S: - ¡Coño mira!

J: - ¿Qué pasa?

S: - Se ha subido Emilio… ¡y está saludando a la hermana de Carlos!

J: - ¡Coño! Cuidao no mires, que vienen para acá…



E: - ¡Hey! ¿Que pasa tíos?

J: - Pues ná, aquí…

E: - Mirad, esta es Nati, la hermana de Carlos…

J y S: - Hola

N: - Hola... Yo a ti te conozco.

J: - ¿A mi?

N: - Si, eres el hermano de Nacho, ¿no?

jueves, agosto 03, 2006

Si yo fuera rico

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Si algo tiene el ser humano es capacidad de adaptación.

Notas que tu estómago parece removerse. No te preocupas hasta que prestas atención al sonido que de él sale.

Blrrrrrrrruuuuuuuarrrrrrrr.


Con tu culo ya en la taza del váter estiras el brazo para alcanzar el revistero y hacer más ameno el viaje. Doblas tu espalda hasta que alcanza el tope y sorprendido por lo que ha dado de si, sigues sin llegar al revistero. Optas por el plan b, y echando la espalda hacia atrás y sin mover un solo centímetro tu culo de la taza, estiras la pierna, el pie… EL DEDO GORDO DEL PIE, llegas al revistero lo suficiente como para darle un leve empujón hacia donde te encuentras. Con el objetivo ahora más asequible, vuelves al plan a y con la punta de los dedos consigues hacerte con una revista. En ese par de segundos en el que por fin te has hecho con ella no importa la revista que sea, ni el día en el que fue publicada, lo que importa es que está entre tus manos.

La revista digo.

Suspiras por el éxito de tu hazaña y miras entonces cual ha sido la recompensa: Saber Vivir, con Eugenia Martinez de Irujo en portada y un titular que cita algo así como:ADELGAZA SIN PASAR HAMBRE; con la dieta de refuerzo de Saber Vivir.

Una vez te has cagado en la puta, abres la revista y la hojeas (que no ojeas) intentando encontrar algo de provecho. Llegas a la página 57, pasando las páginas de tres en tres, acabas la faena y sudoroso, más por la revista que por otra cosa, sales un tanto cabreado de ahí y piensas: Algún día pondré alguna revista nueva. Y lo piensas a pesar de que sea una trola tan grande como la de la propia portada del Saber Vivir.

Sofocado llegas al sofá del salón y te sientas estirando las piernas en esa mesa, la cual agradeces que sea de mármol por el frescor que desprende. Enciendes la tele y una sensación de deja vú (de ese) te invade cuando en las noticias de Antena 3 te encuentras con una de esas imágenes partidas. A la izquierda Susana Grisso y a la derecha el típico reportero con camisa azul que empieza a hablar algo perdido, y en cuya espalda se encuentra una playa plagada de sombrillas y quizá algún chiringuito al fondo.

- Temperaturas altas en toda la costa ¿no es así, Paco Roselló?
- Emmm.... Asi es Susana, el calor es asfixiante aquí en la playa de bla bla bla bla bla bla bla…


Da paso entonces al mismo video de mierda que a ti te ha parecido ver quinientas mil veces en el que el periodista pregunta a dos veraneantes por el calor. Después lo de siempre, imágenes de la gente en la playa con abanicos y la siempre recurrente tía haciendo topless para que no decaiga el reportaje. El reportaje.

¿Y cual es el fin de este tipo de reportajes?, ¿Informar de que hace un calor de tres pares de cojones? La idea me parece tan absurda que me apoyo en la teoría de que esos reportajes existen para hacer ver que no somos los únicos a los que nos está puteando el calor.

Y es que ya se sabe: Mal de muchos, tia haciendo topless en una hamaca.

Vas a la nevera, bebes agua, maldices que de tres botellas no haya ninguna que lleve más de dos minutos metida en la nevera.

Hace cuatro días estaba en el campo agradeciendo cualquier mínimo detalle y hoy me putea las mismas cosas que me han puteado siempre, y me doy cuenta que la capacidad de adaptación es innata al ser humano, y más cuando esta capacidad de adaptación va unida al concepto de comodidad.

Si yo fuera rico…


No quisiera cerrar el post de hoy sin recomendar el blog de mi amigo Litos, que ha nacido hace nada (el blog, no mi amigo) y que promete estar en la órbita de la bloggosfera:

www.kanalua.blogspot.com


Suerte Sr. Márquez.

lunes, julio 31, 2006

Ah bueno

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Para explicar bien todo lo vivido durante estos quince días necesitaría que alguien metiera un cable USB en mi cabeza y que ese alguien fuera sacando toda las ideas y sensaciones que tengo dentro, ya que ahora mismo tengo la sensación no solo de que se me ha olvidado escribir, sino que lo vivido me ha desbordado de tal forma que es imposible explicarlo de una manera medianamente fiel a la realidad. Sea como sea, lo voy a intentar.

La vuelta a casa que tuve ayer fue la más extraña que he tenido en toda mi vida. Me sentía como el típico protagonista de la película de sobremesa de un sábado en telecinco, en la que un indio llega a la ciudad tras haber pasado toda su vida rodeado de árboles y animales.

La única luz nos la proporcionaban las linternas, los lumos de gas o las velas o mecheros. El agua potable la recogíamos de un pueblo cercano en bidones y cuando te tocaba beberla rara era la vez que en el recipiente no veías flotar a media fauna de Logroño dentro de el. La no potable, que usábamos para bañarnos cuando venían las olas de calor, para ducharnos a base de champú y regaderas o para hacer la colada ayudados por el jabón lagarto, corría de parte del río Najerilla el cual nos hacía recordar a nuestros endurecidos pezones la grandeza del agua caliente. El cuarto de baño se resumía a un pequeño habitáculo construido con maderas, tela y un importante hoyo donde dejar tu aportación al medio ambiente. La cama como es de suponer, constaba de una esterilla de tres centímetros de grosor y un saco con el que taparse hasta el cuello ya que por las noches el frío que hacía allí se mezclaba con un rocío exagerado para una urbanizada mente como la mía. Despertarse sin ninguna picadura era una suerte de la conseguí escapar los primeros días. Aún hoy tengo los brazos como si de una camisa de Paco Clavel se tratara.

La frase de: Si la vida te da limones, haz limonada, se convirtió en profética durante estos días y cualquier mínima cosa que en Madrid solo serviría para darle patadas en dirección a una alcantarilla cercana, allí se hacía imprescindible para facilitar alguna importante labor.

Y si las pasamos así de putas: ¿Por qué ahora estoy tan abatido y tengo ganas de irme corriendo a la selva con la única compañía de un taparrabos?

La zona donde acampamos estaba rodeada de montes lo que hacía que por las noches la oscuridad fuera muy cerrada. Al tumbarte al suelo y mirar hacia arriba te perdías entre las incontables estrellas que había y te daba la sensación de que estabas en el planetario. En esos momentos en el mundo no existía otra cosa que no fueran el cielo y tú, y quizá el ruido de la corriente del río que relajaba tu ya de por sí tranquilizada cabeza.

En el campamento no teníamos cobertura, ni radio, ni periódicos ni ningún tipo de información del exterior. En una escapada al pueblo pude enterarme de un par de fichajes de fútbol lo cual no me importaban un carajo y por encima también me enteré del ataque de Israel a Líbano. Quizá de una forma egoísta tras enterarme de todo esto las ganas de no saber nada de lo que pasaba a mi alrededor se multiplicaron.

Así pues puedo decir que durante quince días he vivido en un paréntesis, conviviendo con unos amigos que han conseguido fortalecerse aún mas y conociendo a gente con la cual he compartido cosas que con gente que conozco de hace años aún no he compartido. A todos ellos, gracias.

En cuanto a la experiencia como cocinero, puedo decir que me he desenvuelto mejor de lo esperado, gracias eso si a la ayuda de un cocinero que ya llevaba un campamento del mismo estilo a sus espaldas y a otra cocinera que apareció la segunda semana y que facilitó enormemente el trabajo. Solo tuvieron lugar un par de incidentes, uno de ellos fue que se chamuscó el chorizo en la sartén y salieron hechos unos torreznos, eso sí, a algunos les encantó y ya piensan comercializarlo en forma de snack. El otro incidente tuvo lugar con unas natillas que quedaron ligeramente chamuscadas. Por lo demás, bastante bien.

A pesar de los: “¿Queda mucho?” “¿Qué hay de cenar?” “¿Me das un poco?”, que podía escuchar diez veces por segundo cuando estaba cocinando, voy a echar mucho de menos a los niños que andaban por ahí y que alguno me ha dejado con la sensación de que era el hermano pequeño que nunca tuve.

De vuelta, ya en casa, empecé a flipar con ciertas estupideces como el hecho de mirarme al espejo, y es que allí no me veía la cara en todo el día salvo los dos segundos en los que me ponía las lentillas. O darle a un interruptor y encender la luz, o beber agua sin tener que preocuparme de cuantos bichos me iba a tragar. Lo que se aprende a valorar y agradecer las cosas cuando no las tienes es algo que hay que vivir para entenderlo (teníamos una guitarra a la que se le rompieron tres cuerdas durante el campamento y no te lamentabas de que faltaran tres cuerdas, sino que agradecías que aún le quedaran las otras tres)

Tras estas primeras impresiones llegó el DPC.

El DPC era algo de lo que me hablaron los amigos que ya habian acudido a este tipo de campamentos, y no era otra cosa que las siglas de las tres primeras cosas que haría cuando llegara a casa ya que lo echaría de menos tras quince días en el campo.

D: Ducha
P: (¿hace falta que lo diga?)
C: Cama

Posibles variantes dentro del DPC, como PDC, CPD, DPPPC, todas validas y agradecidas.

Y aquí termino con el relato de lo que han sido estos quince días. Han pasado 24 horas desde que llegué, pero van a tener que pasar muchas más para abandonar estas ganas de irme a vivir al Amazonas.

Os echo de menos, JODER.