jueves, diciembre 23, 2010

... y tres semanas

Y busco en la palabra "Intensa", la respuesta que consiga que mi estómago no burbujee por lo incompleto de ésta a la pregunta: "¿Qué tal por China?". Sé que es absurdo, que muchas veces la gente te pregunta eso porque aunque en realidad les importe un carajo, joder, has estado un puto mes y medio en China, no te van a preguntar si has probado el nuevo sabor de los yogures de Hacendado. Sea como sea resulta inevitablemente doloroso ya que la interpretación que la gente puede darle a esa palabra puede ser ridícula. No sé, una sensación de tener que responder con un "de puta madre" a la pregunta de "¿Qué tal Cien Años de Soledad?". Es como verdad y mentira al mismo tiempo.

Y en el último post escribía sobre las desavenencias de mi paso por Guangzhou. Intentaba sacar cómo conclusión positiva al infierno laboral que sufrí, lo mucho que había aprendido y madurado con unos aires de Francis Lorenzo cuando actúa arrugando la frente que al releerlo me dió bastante grima aunque siguiera estando de acuerdo. Nerea me comentaba que no colaba, que ya podía haberme convertido en Gandalf que no compensaba tantas horas de trabajo.

Yo ahora, me crujo todos los dedos de las manos estirando estos y escribo:

Tras un mes en los juegos asiáticos trabajando de una sede en otra, llegaron las vacaciones por Hong Kong y por Tailandia que durarían una semana.

Hong Kong es un lugar bastante hostil, va bastante deprisa y en mi opinión su mejor virtud, es también su mayor defecto, y es que el hecho de poderte encontrar en un mismo sitio con cosas que te recuerdan a Nueva York, cosas que te recuerdan a Londres y cosas que te recuerdan a China, es increible y desconcertante al mismo tiempo ya que te da la sensación de que al país le falta una identidad propia.

Luego claro, das una vuelta al lado del paseo que hay por el skyline y se te quita la tontería de la identidad de un porrazo.



De Thailandia podría contar lo precioso que puede resultar el caos en Bangkok, la gente tan humana que te encuentras en cualquier rincón, la tranquilidad y el descanso necesario del que disfruté en las playas brutales de Phuket... pero no, creo que un embeed del youtube puede ser suficiente.




Y tras las vacaciones llegaban los juegos parasiáticos. A diferencia del primer mes, en esas dos semanas que me quedaban por delante tendría que trabajar tan solo en la sede de tiro con arco en lugar de ir de un lado para otro con el coche. Esto implicaba sobre todo, muchísimas horas menos de trabajo, conocer Guangzhou, relajarme en la habitación del hotel en la que podía ver la tele mientras me daba un baño de esos en los que hay tanta espuma que no te deja verle las tetas a la protagonista, o asentar relaciones de amistad con gente espectacular. La sensación fue que todavía no había vuelto de las vacaciones, que estas se habían alargado hasta mi vuelta a Madrid solo que de vez en cuando había que trabajar.

Y ahora de nuevo en Madrid con el sentimiento post... vacacional? más raro que haya vivido del que creo, hablaré en el siguiente post. Por ser coherente con la palabra en sí, supongo.

lunes, diciembre 06, 2010

Un mes

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Poco más de un mes desde que me fuí de Madrid. Esta frase con un calendario en la mano es cierta, pero en realidad es mentira. Desde ese 3 de noviembre, he cogido seis aviones, parado en cinco paises (Malasia de refilón, vale), dormido en seis hoteles y trabajado en más de diez sedes olímpicas distintas separadas por muchos kilómetros entre sí y haciéndolo durante jornadas que, con suerte, solo duraban 12 horas. Y todo esto dicho sin que la lluvia caiga sobre mí a lo Blade Runner, porque lo cierto es que por aquí hace un calor y una humedad que a veces roza lo insoportable.

Los chinos son obtusos, cabezones, bastante vagos y guarros como un dolor. Obtusos porque no son capaces de plantearse que habrá más allá de lo que "el de arriba" sea quien sea, les ordene. Cabezones en parte por este mismo motivo y es que si por alguna casualidad les llegas a plantear una forma más cómoda y fácil para todos de hacerlas cosas, pero que no es la establecida por "el de arriba", les crearás un colapso en la cabeza que acabara con un, "por mi cojones que esto se hace así" que, en serio, puede frustrar hasta extremos inimaginables. Bastante vagos porque se dispersan con facilidad, tienen el Iphone o el móvil para cualquier mínimo receso, que en caso de que dure un poco más de lo debido aprovecharán para usarlo durmiéndose en cualquier parte que os pudáis imaginar. Y guarros porque, como supongo habréis oido, son capaces de crear gargajos con una claridad que levantaría a ese único chino enterrado de su tumba, y tampoco tienen problemas para eructar o tirarse pedos en público como si de sacarse el calzoncillo del culo se tratara.

He tenido mala suerte con mis jefes, y es que cuando la hostilidad y la falta de respeto viene provocada por la inutilidad propia, pues uno se esfuerza por hacerlo mejor para cambiar la forma en la que es vista su trabajo. Cuando esta funciona de forma irracional y sin sentido, lo único que queda hacer es tragar y desahogarse entre cervezas con los amigos a los que les debo más de lo que se imaginan.

Todo este ambiente de pesadilla puede hacer ver que quedarme en España comiendo lentejas y pasando fresco hubiera sido mejor plan. Nada más lejos de la realidad y es que creo que todo este ambiente desfavorable me ha hecho crecer como persona de una forma que jamás podría haber imaginado y en tan solo... ¿un mes?.

Y después de este tiempo sin dar señales de vida escribo para hablar de como lo malo me ha influido para bien, y paso de largo sobre los mil detalles increibles y positivos que vienen dados no de patadas en los testículos, sino de situaciones buenas de gente de este país que merece tanta admiración por mi parte que no cabría en cuatro blogs.

De eso ya escribiré... y de las vacaciones, que madre mía de mi vida.

domingo, octubre 24, 2010

Genealogía de un viaje

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¿Y cómo te pusiste cuando te enteraste que te ibas a China? - me preguntan

Pues fue una alegria contenida alimentada por la inconsciencia, y porque la noticia llegó como un título de liga sentenciado. El Barça puede ganar la liga, pero la alegría será mucho más explosiva si lo hace marcando el gol que le de el título en el último minuto de la última jornada, que si a falta de seis jornadas tiene 20 puntos de ventaja sobre el segundo clasificado y en el siguiente partido perder por menos de 5 goles les son suficientes para conseguir su objetivo.

Hace muchos meses, casi a principios de año, me hablaba Ana que en su trabajo necesitarían a gente para el evento que tendría lugar a finales de año, que le pasara el Curriculum para ver si había suerte. Meses después, ya en verano, me pidió el Curriculum de nuevo actualizado con lo que había hecho durante el año. Tras mandarle el mismo documento que le mandé a principios de año, me dijo que cabría la posibilidad de que en poco tiempo me llamarían para solicitarme una entrevista. La incertidumbre crecía poco a poco y, como es habitual, en mi cabeza desechaba toda posibilidad de que me dieran el trabajo por la experiencia que da el haberse llevado decepciones gordas por culpa del a veces optimismo cojonero.

De camino al gimnasio me llama Ana: - Ten el móvil encendido y localizado, están llamando a gente durante esta mañana para darles noticias.

Miraba el móvil mientras corría, mientras levantaba pesas e incluso de vez en cuando, lo abría y lo descolgaba para ver si funcionaba. Tan lamentablemente tópico que casi convertía la escena en entrañable. Volví a mi casa y no me llamaron durante toda la mañana. Entonces, cuando me encontraba pisoteando el optimismo cojonero del que hablaba durante esa misma tarde, me llamaron para solicitarme una entrevista. Parecía cercano pero aun tenía que superar esta y una vez hecha llamarme después para darme los resultados.

Estás seleccionado. Esas dos palabras fueron suficientes para confirmarme lo que a principio de año era solo un "ha ha ha... te imaginas?"

Así que a principios de Octubre empecé el curso de formación que duraría durante todo ese mes. En él no solo he tenido la oportunidad de saber que es lo que tengo que hacer en China, sino además compartir clase con Manolo y Dani, dos viejos amigos con los que nunca fui al colegio y que de repente, al ver como me tiran bolas de papel o nos pintamos pollas en el cuaderno, la relación ha dado un paso adelante con una atemporalidad rara, pero bastante cojonuda.

Esta semana he tenido dos conciertos, el miércoles de Dillinger Escape Plan y ayer mismo de Sick Of It All y Madball. El martes es mi cumpleaños en el que por las circunstancias que lo rodean se ha vuelto en curiosamante intrascendente. Ese mismo fin de semana celebraré tanto mi cumpleaños como mi despedida y el miércoles siguiente tendré un frasco de pastillas en mi mano en el aeropuerto, para ser capaz de dormirme en un avión que me lleve e Guang Zhou, China.


Foto de Ana C. Diaz Cano

Y en Enero empieza una nueva temporada mucho más dura. Pero ahora tengo dos meses para saborear este título que promete ser grande y emocionante.

lunes, octubre 04, 2010

Mis puntillos

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Le preguntaba algo a mi hermana, hace un tiempo, más por conocer la reacción mientras respondía que la propia respuesta en sí misma:

- Miriam... ¿tú crees que soy gracioso?

Y entonces, mientras Miriam arrugaba el entrecejo y ponía cara de estar oliendo un cadáver putrefacto, respondía:

- Ufff... puess, bueno... tienes tus puntillos


Meses después, me encuentro en el cuarto de baño lavándome los dientes con mi cepillo de dientes eléctrico cuando aparece mi hermana y me pregunta si le queda bien el conjunto que lleva puesto.

- Ehjpewa - digo con la boca rebosando de pasta de dientes y con el cepillo haciendo su trabajo.
- Venga hombre, ¿qué te parece?
- Ehjpewa, joe - le digo señalandome la boca bruscamente.
- Si seguro qué puedes hablar, no tienes tanta pasta en la boca
- Ehgvedá

En ese momento, dejo caer la pasta de dientes que tengo en la boca y que en cuestión de segundos alcanza la barba. Después me la restriego un poco con la mano.

- Joder, Curro!
- Creo que estás bien así- le digo mientras me restriego el cepillo de dientes por los mofletes y la nariz
- AHJJ!!!

Mi hermana entonces se va del cuarto de baño, y vuelve a los pocos segundos:

- Me ha recordado esto a cuando hacías aquello de...
- HEHEHEHE - y mientras me rio como si fuera retrasado vuelvo a restregarme el cepillo de dientes por la nariz mientras sigo dejando caer la pasta de dientes que ya empieza a gotear en mi camiseta. Entonces ando como si fuera un gorila hacia mi hermana.

- Daaaameeee un beeeeeshiiiitoooo, hehehehe

Y entonces, mi hermana, se rió bastante.

jueves, septiembre 16, 2010

Curro tiene... mrff, no puedo.

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Entré en el edificio disfrazado de otra persona. De Rafa Gil en concreto, y es que si a alguien he de acudir para encontrar posibilidades estilísticas, ese es mi hermano. No solo eso sino que además me dejé de afeitar la parte de la barba que sale por el cuello porque hacer lo contrario, al parecer, es de homosexual.

Y me enteré antes de ayer.

Los nervios estaban bastante calmados por una parte por la tranquilidad que da saber que no iba en chándal y por otra, por tener que estar pendiente de si los pronósticos que había puesto en el post del día anterior se cumplirían.

Estos eran:

- En la recepción habrán dos personas: una mujer y un hombre, que hablarán entre ellos sobre el calor que hace. A él parece que le gusta ella, pero yo diría que ella pasa bastante de él.

Cerca!. Había dos personas, sí. Había una mujer y un hombre, sí. Ahora bien, entre ellos no solo no hablaban si no que no tenían nada que ver. Una era la recepcionista con mechas y tetuda, y el otro un muchacho normal que esperaba a ser entrevistado también como así me respondió cuando le pregunté. Al verle con zapatillas en vez de zapatos, y polo en vez de camisa, me hizo sentirme más seguro.
Me alegraba, sí, pero no me reconocía.

- El suelo de la recepción será de color blanco. En una baldosa estará pegada con saña la pegatina de una mandarina.


Sin lugar a dudas el más relevante de los apartados. Putoamo además, que volví a acertar.
¿Qué igual lo que había pegado no era la pegatina de una mandarina sino un poco de mugre entre baldosa y baldosa? Bueno, puede ser, pero... rebota rebota que tú culo explota.
Y ahora supera ese argumento

- Me harán esperar entre quince y veinticinco minutos. El único sonido que podré escuchar será el del aire acondicionado.

Y esta mola, porque me he equivocado... pero para bien. Es como cuando apuestas que tú equipo pierde. Pierdes la apuesta, pero oye, tu equipo ha ganado. Y es que no llevaba ni un minuto sentado cuando me acompañaron a la cuarta planta de aquel edificio para tener la entrevista en cuestión. El ruido del aire existía, eso es innegable, aunque los tíos coñazo que hablaban fuera sobre las funciones del IPad conseguían reventar mi pronóstico del todo.

- El entrevistador (no haré mi pronóstico sobre que irá la entrevista porque ya he tenido cierto soplo al respecto) tendrá en su mesa un marco con una foto familiar y un álbum de cromos de la liga 94/95. También es posible que tenga una bolsa de pipas peladas de Grefusito.

Bueno, vale, aquí la cagué del todo. Empezando porque no era un entrevistador, sino dos, y en su mesa no había ni marcos, ni cromos, ni pipas peladas, sino un portátil, un montón de papeles y... que no sepa que más había es buena señal, y es que te aconsejan que mires a los entrevistadores cuando te hablan, no que busques chuminás en su mesa.

- La entrevista durará entre cinco y diez minutos, tiempo suficiente para que pueda hacer una cagada sustancial y otra minicagada.

¡¡No la cagué!!, ¡¡NO LA CAGUÉ!!


- Saldré cabizbajo y le daré una patada a una botella de biofrutas mediterraneo mientras huelo, inevitablemente, el hedor a comida rancia de comedor que sale de una de las ventanas que rodean al lugar donde me han entrevistado.

Antes que nada, ¿cómo coño le iba a dar una patada a una botella de biofrutas, si los biofrutas no vienen en botellas?
¿El olor? Olía a... a...

- Me darán el trabajo.

Oh sí.

Y para cerrar el post, una pregunta. Teniendo en cuenta que me llamo Curro, y mi nombre alternativo es Fran... ¿qué preferís?


miércoles, septiembre 15, 2010

Interviú

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Mañana tengo una entrevista de trabajo.

Me hubiera gustado que, yo mismo, hace cosa de tres meses y con un verano por delante encerrado en casa y en el que lo más parecido a unas vacaciones que me esperaba era el carrusel de álbums en facebook de mis amigos luciendo bronceado, hubiera tenido la posibilidad de leer esa primera frase para no desesperar. Para que después de cada resoplido de asco o calor, vete tú a saber, pudiera seguir un: bueno, ánimo, que en septiembre tienes la oportunidad de que te manden a China a trabajar.

¿Qué tienes una entrevista para irte a trabajar a China?

Eso es, pero tranquilos amigos, el trabajo no se alargaría más que un mes y medio entre los meses de Noviembre y Diciembre.

Y ahora es cuando yo, en un alarde de visión de futuro me adelanto a vuestra siguiente pregunta:

¿Qué has cenado hoy, Curro?

Un sandwich de filete de pollo.

Y cómo también asi como de refilón es posible que os preguntéis qué cojones se me ha perdido a mi en China os comento que, mi preciada amiga Ana, tuvo a bien dejar mi curriculum en la empresa donde trabaja, la cual se encarga de llevar todos los temas estadísticos en diferentes eventos deportivos que tienen lugar en cualquier parte del mundo que este a más de dos mil kilometros de aquí.

Sin saber aun si el trabajo será mio o no, y con una incertidumbre que hará que el sueño esta noche se retrase sustancialmente, me he propuesto hacer una lista de pronósticos sobre qué pasará mañana en la entrevista:

- En la recepción habrán dos personas: una mujer y un hombre, que hablarán entre ellos sobre el calor que hace. A él parece que le gusta ella, pero yo diría que ella pasa bastante de él.

- El suelo de la recepción será de color blanco. En una baldosa estará pegada con saña la pegatina de una mandarina.

- Me harán esperar entre quince y veinticinco minutos. El único sonido que podré escuchar será el del aire acondicionado.

- El entrevistador (no haré mi pronóstico sobre que irá la entrevista porque ya he tenido cierto soplo al respecto) tendrá en su mesa un marco con una foto familiar y un álbum de cromos de la liga 94/95. También es posible que tenga una bolsa de pipas peladas de Grefusito.

- La entrevista durará entre cinco y diez minutos, tiempo suficiente para que pueda hacer una cagada sustancial y otra minicagada.

- Saldré cabizbajo y le daré una patada a una botella de biofrutas mediterraneo mientras huelo, inevitablemente, el hedor a comida rancia de comedor que sale de una de las ventanas que rodean al lugar donde me han entrevistado.

- Me darán el trabajo.


...optimista que es uno.

En el siguiente post: Como fué la entrevista y el resultado de los pronósticos.

jueves, agosto 26, 2010

De como encerré el ventilador en el armario



En mi habitación, el ventilador resuena con un eco que sin música convierte el ambiente en tedioso y bastante coñazo. El calor empieza a ser asfixiante, y sacrifico la música por poder abrir la ventana y que el ruido no rebote de ventana en ventana por las paredes del patio.

Es acojonante lo feas que son las vistas desde la ventana de mi habitación.

Corre una pequeña brisa, pero de una forma extraña no tener música calienta mi sangre y el calor se multiplica a pesar del viento. Miro el ventilador y celebro conmigo mismo el que le quede una velocidad restante que consiga secarme los ojos y descubrir a cuales de esas esquinas de los posters de la pared les falta una chincheta.

Giro sin mirar la rueda que me dará más aire. No acierto y acabo girando la rueda de la jodida cuenta atrás. Intento dejarla a cero pero resulta que solo va para alante. El ruido que hace es absurdo y bastante asfixiante incluso con el ventilador encendido. Vuelvo a mirar la rueda de la cuenta atrás y, como si se tratara de uno de esos grifos que cuando los abres un poco sale el agua completamente dispersa, pero cuando lo pones al máximo sale un chorro recto y uniforme, procedo a hacer lo mismo.

Vale, queda claro que esto no es una fuente, es un ventilador, imbécil.

Ahora he puesto esa cuenta atrás al máximo del tiempo posible y pensar en ello hace que el calor me agobie. Me tumbo en la cama, me pongo algo de música con el ventilador apuntándome directamente al cuerpo.

Bueno, tampoco se oye tanto.


Asi que con la modorra ya adquirida, apago la música y el ventilador en busca de algún sueño que me alegre la mañana. Pero la cuentra atrás sigue encendida y su ruido se hace más evidente con el paso del tiempo.
Con el paso de esos cinco segundos que aguanto hasta encerrar el ventilador en el armario.

domingo, agosto 08, 2010

Facebook

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Te gusta como sales en esa foto. La iluminación queda perfecta reflejada en tus ojos negros; la sonrisa no es ni demasiado forzada sin una pizca de credibilidad, ni demasiado espontánea remarcando las ochocientas arrugas que te salen al lado de la comisura de los labios; el perfil en el que sales te da un toque serio pero elegante al mismo tiempo; te encantaba esa camiseta antes de ver esa foto, ahora sencillamente la adoras y no puedes esperar al próximo fin de semana para salir a partir la noche. Lo conseguirás porque, ¿no has visto lo guapo que sales?. Quiero decir, puede que una chica te vea y ni fú ni fá, pero ojo que espere a ver la foto que te han sacado. ¿Deberías guardarla en tu cartera?.

Tras cinco minutos en los que mirabas fascinado tu foto con las dos palmas de las manos apoyadas en la barbilla, decides que ya es hora de subirla a tu perfil de facebook de una vez. "Lo que va a flipar Carmen cuando vea esta... ROTA SE VA A QUEDAR". Pero un momento, qué... ¿cómo?. Justo al lado tuya sale tu amigo. Ese que no solo es más guapo en la vida real sino que además en esa foto, hace que a su lado tu perfecta pose de Adonis quede rebajada a la del colega del tio guapo que no sale mal del todo.

RECORTAS LA FOTO.

Sí, vale, es evidente que he recortado la foto - piensas. Pero, ¿se ofenderá mi amigo por haberlo hecho? ¿qué le digo si me pide explicaciones? "Esto... verás, estás más bueno que yo, sales de puta madre y para una vez que salgo yo bien no quiero compartir la gloria contigo. Yo también quiero estar bueno por una vez, ¿¿vale??"

Pero en vez de eso le dices: Nah tío, es que por si te importaba o lo que sea... pero si quieres pongo la que salimos los dos ¿eh? - preguntas entre dientes sabiendo perfectamente que tu amigo te dirá que no pasa nada.

Entonces cuelgas la foto. Dios, qué jodidamente orgulloso estás de esa foto. Te gustas y te gusta como queda en pequeñito cuando le comentas a tus amigos. "¿Le gustará tanto a mis amigos?" Claro que lo hará... ¡como no hacerlo!". Tres días después recibes una notificación de que a alguien le gusta tu foto.

Se trata de tu madre.

A continuación recibes un comentario de Carmen: "Ehh, ese brazo que asoma por ahi es el de Borja verdad?... Mmmmm... JajAJAjAJajJaJAjajAJ".

Cuatro dias fueron suficientes para volver a subir a tu perfil esa foto en la que sales con cinco años y "super mono" como bien te dicen los numerosos comentarios, y otros tantos para enterrar para siempre esa camiseta tan bonita con la que salías en la foto de perfil con tu amigo Borja, el cual, por supuesto, ha colgado la misma foto con tu cara recortada y con más comentarios que el último estado de Facebook de Andrés Iniesta.

miércoles, agosto 04, 2010

Words

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De cuando en cuando, tumbado en la cama buscando el sueño entre pensamientos tontos y notando el fresco gotelé en mi brazo, acabo preguntándome a mi mismo cosas como: ¿Qué pasaría si esta noche, cuando cerrara los ojos, no volviera a abrirlos nunca más?. Entonces, tras el sofoco, sigo pensando: bueno, no habría mucho que pudiera hacer para evitarlo, ¿pero habría algo que pudiera hacer en ese momento que hiciera de esa muerte algo más digno?

Encender la luz para comprobarlo es algo que prefiero evitar en el caso de que, por ejemplo, entrara mi madre justo en ese momento y me preguntara: ¿Qué haces con la luz encendida?, y en un arranque de sinceridad yo le respondiera: nada, buscando algo en la habitación que me pueda ser útil para conseguir que el cadaver que te encontrarás de tu hijo mañana por la mañana resultara honroso para tí.

Una vez desechada la idea de buscar objetos palpando con las manos, en mitad de la oscuridad me invade el recuerdo de mi amigo Litos y como en un porcentaje absurdamente alto, cuando abandono un coche en el que está él, se despide de mi diciendo: "Hasta luego Curro, y no te castigues mucho el chorizal". Y es que, ¿qué pasaría si una frase así fuera la última que le oyera decir en mi vida?, ¿que pasaría si por el contrario fuera yo el que lo hubiera dicho y dejara esa joya como recuerdo en la cabeza de mis amigos?

Es entonces cuando, yaciendo en mi lecho que en breves instantes será de muerte, pienso algo que decir. Es probablemente tarde y la intensa actividad con la que rebusco unas últimas palabras en mi cama hacen que dormir vaya a costarme más de la cuenta, pero eh!, merecerá la pena porque: a) Mejor extender mis últimos minutos con vida lo más que pueda
b) Es de mis últimas palabras con vida de lo que estamos hablando aquí, maldita sea!

Entonces chasqueo los dedos, sonrío y carraspeo para que esa última palabra vaya a sonar limpia y directa:

CACAFUTI

Y es que aunque uno coma coliflor rehogada y menestra de verduras, todo importa un poco menos cuando de postre tienes unas natillas que rebosan el cuenco.

domingo, julio 04, 2010

De como empecé a beber kalimotxo

En cuanto a relación fraternal se refiere, las franjas de edad han sido bastante significantes en mi vida. Así pues hasta los 15 años la relación que tenia con mi hermano Alex se resumía en unos mejores amigos que ni siquiera se daban cuenta de ello por lo natural que resultaba todo.

Empezar con un párrafo pastel en el cual realzo la amistad con mi hermano en días que cuesta más verle que a Obama, resulta bastante arriesgado pero responde a una lógica que va en mayúsculas.

LOS JUEGOS

La mayoría de mis amigos buscan en el horizonte abrazándose a los hombros, los momentos en los que descubrían las llaves ocultas en el Monkey Island, o lo difícil que era conseguir ese cromo de Prosinecki en el álbum de la liga 94 - 95. Mis mejores recuerdos, en cambio, consisten en distintos deportes adaptados al tamaño de una modesta casa. Entre ellos estaban:

EL BALONCESTO

Antiguamente mis hermanos y yo compartíamos una habitación entre tres. En esta había una litera que se plegaba de forma que quedaba escondida tras la forma de un armario empotrado. Encima de dicha litera, estaba el cajón donde se guardaban las almohadas. Una vez abiertas las puertas del cajón y quitando las almohadas de dentro, esta se convertía en la canasta que todo niño podría desear.
¿Quién necesita una canasta en el patio trasero encima de la puerta del garaje?
¡Nosotros teníamos un cajón de almohadas y una pelota de tenis!

A continuación una foto ilustrativa de nuestras tardes de alegría y pandereta.



Antes de que vuestra imaginación se os dispare aclarar que de pequeño mi piel era tan bronceada que parecía negro.


LA TANDA DE PENALTIES

Tanto este juego como el siguiente, solíamos frecuentarlos sobre todo en casa de nuestra abuela y es que, debido a la ausencia de actividad infantil en esta salvo las vacaciones en las que íbamos nosotros, una tele (y digo una porque efectivamente, sólo había una y estaba siempre ocupada) era todo lo que un niño podía pedirle a esa casa para pasarlo bien.

Exprimiendo nuestra imaginación y con la experiencia de que el mobiliario que te rodea puede convertirse en trepidante si lo intentas, encontramos algo que teniendo en cuenta el precendente del baloncesto, no haberlo encontrado antes era casi un insulto: Un montón de cojines y un sofá.

La tanda de penalties era de balonmano y consistía en, una vez despejado el sofá de ropa y otros cojines, coger uno de ellos y lanzar penaltis desde lo más lejos que se pudiera al simpático soniquete de "De uno.... (tiro!) uno, de dos... (tiro!)!" y así hasta cinco.

A continuación una foto de mi familia tras mi última victoria.



El juego tuvo que acabar tras tres o cuatro veces en que los concursantes casi pierden un ojo por el impacto de la cremallera del cojín con este.


SALTO DE ALTURA


Descartados los penalties debido a su riesgo, decidimos animarnos con un deporte más adecuado a una casa familiar: El salto de altura.

De nuevo en casa de mi abuela y de nuevo sacándole posibilidades a un sofá con cojines. Y es que dicho sofá a parte de tener los pequeños cojines que hacían las veces de pelota, tenía tres más grandes que se colocaban detrás para apoyar la espalda o, en su versión no coñazo, para ponerlos al filo del sofá a que hicieran las veces de listón. ¿Qué no os hacéis una idea de lo que os hablo?



Nuestro juego se acabó cuando, tras volver a casa de mi abuela después de un duro (mentira) año escolar, decidimos volver a jugar con la mala fortuna de que las personas crecen. Yo en concreto lo hice bastante en ese año, tanto como para tirar de un cabezazo toda la estantería que había encima del sofá y trás ello, además, caer encima del listón tirando todos los cojines.


Tras este desafortunado incidente bajé a la calle, miré al horizonte agarrado al hombro de mi hermano, me rasqué la cabeza varias veces y fué entonces, y solo entonces, cuando decidí empezar a beber kalimotxo.

jueves, junio 17, 2010

Satisfecho





Vuelven a dar las tantas de la madrugada. Abro el armario de las camisetas, me quito la del pijama y me pongo la amarilla de los Lakers. Cara a cara con el ordenador tengo un pensamiento tan infantil como sincero agradeciendo a... a..., simplemente agradeciendo que existe Internet por darme la posibilidad de ver una noche más otro partido.

El corazón me late a toda velocidad y que asi sea me alivia, porque de este modo puedo pensar en lo mucho que me late el corazón en lugar de en el partido y así en cierto modo, relajarme. Este sentimiento dura poco cuando los Celtics ya han metido tres canastas seguidas por ninguna de los Lakers. Imposible recostarse en el sofá y apoyar la cabeza en la almohada, la tensión me hace acercarme lo más posible a la pantalla dejando mi culo al borde del sofá y recolocándolo exclusivamente para no caerme al suelo. Asi será durante las casi tres horas de partido salvo los tiempos muertos y descansos que aprovecharé para ir a mear o comer un bol de cereales.

- ¿Estuviste viendo ayer una película de misterio? - me pregunta discretamente mi madre
- No, ¿por qué?
- Ay no sé, te escuchaba gritando y dando algún golpe
- No no, jugaban los Lakers

Puñetazos a algun cojín por alguna decisión arbitral que aun siendo correcta, yo no la considero tal o algún cabezazo fortuito con la nuca en la pared al celebrar un 2 + 1 de Gasol, salen de manera tan espontanea que no solo no puedo evitarlo, sino que ni siquiera pretendo que asi sea.

Y así ocurre madrugada tras madrugada. El baloncesto, la pantalla y yo sin que se trate ya de una simple afición, sino de una pasión tan sincera y profunda que hacen que merezca la pena esas noches insomnes tras el partido por la emoción de una victoria, o por el sufrimiento de una derrota.

Mañana Los Angeles Lakers y los Boston Celtics juegan el último partido de la final de la NBA. Quién gane el partido gana el título. Y animaré a los Lakers, sufriré, saltaré y mi cojín volverá a sentir mis ataques de ira o emoción. Pase lo que pase, de lo que verdaderamente me alegro es de que ALGO consiga hacerme sentir tan vivo.

viernes, junio 11, 2010

Los felpudos de goma no secan, mojan más.

Ando solo hacia el metro con el suelo mojado por la lluvia. De camino hacia este voy pensando en como en el día anterior desde que salí de casa y le dije 'adiós' a mi madre, no volví a decir una sola palabra hasta que volví y le dije 'hola'. Entre medias pasaron siete horas y hoy, volvería a pasar exactamente lo mismo.

Resbalo con algo del suelo lo suficiente como para levantar las manos para estabilizarme, pero no tanto como para temer por aterrizar con mi mochila en la acera. Mi preocupación en cambio está en descubrir con qué he resbalado, concretamente si con lo que he resbalado ha sido con una mierda húmeda o con una cáscara de plátano seca. Miro al suelo y veo que solo es una alcantarilla mojada con una firma plateada en la que pone "Farlopa". Siempre es mejor resbalar con farlopa que con una truño, oh sí.

Entro al metro, pasan unas cuantas paradas. No tengo música, no tengo libro y poco a poco me doy cuenta de que tampoco tengo vida porque se me va escapando poco a poco por cada puerta abierta de una nueva parada. La gente a mi alrededor es desagradablemente fea. La gente a mi alrededor es tan fea que hasta me atrevo a afirmar sin ningún tipo de vacilación que yo soy el más guapo. Estoy convencido que ahí fuera sigue lloviendo.

Entra en Quintana un dominicano con un pañuelo enrollado en la cabeza y una gorra de los Yankees llovida del cielo con una pegatina dorada en ella. Me cae mal, aunque tampoco es su culpa. Se queda de pie a pesar de haber unos cuantos asientos libres. Un rato después y con el metro parado en Diego de León, un borracho se tambalea frotando la mano contra el cristal del vagón haciendo un ruido estrídente bastante desagradable consiguiendo que la gente fea ponga cara aún más fea. Entonces el borracho levanta la manivela de la puerta, esta se abre, y en seguida se vuelve a cerrar con el borracho aguantando esta con la mano de manera sorprendemente fácil. Entonces el borracho, con la mano sujetando la puerta para que no se cierre, mira al dominicano a los ojos y mueve los hombros hacia arriba:

- ¿Qué te pasa a ti?
- ¿A mí?... ¿Qué te pasa a tí?
- Fffff.

Se quedan mirando unos segundos en los que todos los pensamientos random de toda esa gente fea del metro se ha disuelto para atender a ese momento. Algunos desean que se ostien, otros quieren salir de allí, y otros solo quieren que el borracho siga su camino natural, salga del metro y entonces puedan volver a su pensamiento random.

- Gilipollas - dice el borracho.

Entonces el borracho le estira el dedo corazón, se lo besa, lo estira al cielo y sale del vagón sembrando dudas y pestazo a vino en el ambiente.

Llego a la facultad, voy a mirar una nota que no está puesta, bajo a la biblioteca y empiezo a leer basura aburrida sobre Schmoller.

Pasan cuatro horas. Vuelvo a casa.

- Hola mamá.

La voz me sale entrecortada con un gargajo que nunca debió estar ahí.

De esos días en los que llueve y por más gente con la que te rodees, sigues estando solo.

lunes, mayo 10, 2010

For instance.

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Viajo sentado en un coche en el viaje de vuelta de algún lugar. Estoy mirando a través de la ventanilla un paisaje aleatorio de extensos campos cultivados de yo qué sé. Si alguien tuviera que adivinar donde estoy a partir de una descripción de lo que veo, podría decir cualquier carretera de Castilla y León que seguro acertaría. Uno de esos paisajes que siempre ves con muchos kilometros ya recorridos y probablemente aun muchos más por recorrer.

Miro a alguien que se sienta a mi derecha y que también mira por la ventanilla. Pienso que lleva un rato sin decir nada, y pienso que durante todo ese rato siempre ha estado hablando consigo mismo. De una forma extraña nuestro cerebro no para, pensando cuando no hablamos y hablando cuando no pensamos. Todos esos pensamientos quedarán perdidos en rincones de nuestra memoria con un paisaje de fondo repetitivo y anodino. Y es posible que esa persona al lado mio esté pensando en el filete de cerdo que va a comerse cuando llegue a casa, o en el video de Impacto TV que vio hace poco en Youtube y en el que Carlos García Hirschfield entrevistaba en "riguroso directo" a Don Facundo Dominguez, por haber sido capaz de escapar por los pelos a ese casi atropello en el que un coche de Rally se salió de la carretera mientras el bueno de Facundo se encontraba en el público comiendo un bocata de sobrasada, detrás de esa cuerda de mimbre que delimitaba la grada de la carretera, ajeno a cualquier peligro.




Lo bueno es que yo nunca tendré ni puta idea. Ver a una persona callada, mirando por la ventanilla de un coche un paisaje con el sol reflejado en sus ojos, siempre tiene un halo de misterio que pende de un hilo al poder convertirse en mierda porque a esa persona de repente le parece interesante compartir una subnormalidad con nosotros. Joder, el silencio está infravalorado. Y entonces dejo de pensar de puertas hacia fuera, y empiezo a centrar el pensamiento en mi mismo. ¿En qué estaba pensando yo ahora mismo?, o lo que es lo mismo ¿Cómo de misterioso o subnormal podría resultar de "cara al público" si expresara en voz alta mis delirios?. Y entonces empiezo a recordar.

Pensaba en él, en si su silencio sería capaz de mejorar de alguna forma la opinión que tengo sobre él o si por el contrario no haría más que autoafirmar mis prejuicios. Pero no, no... antes de eso. Antes pensaba en los aburridos campos de cultivo que aun entonces, mientras refrescaba mis recuerdos, seguían repitiéndose como si de un paisaje de Delfi se tratara.Una y otra vez. Entonces ¿se supone que de donde nace ese relativo y posible halo de misterio que reflejan mis ojos a traves de la ventanilla, es esa mierda?

Y cabalgo en mis recuerdos mientras el paisaje se repite una y otra y otra vez. Y mientras intento rememorar pensamientos otro pensamiento aborda mi cabeza, ¿que pasaría si alguien ahora mismo me preguntara "¿En que estás pensando?"?.

Agito la cabeza, y de repente me doy cuenta de que el rato pensando en pensamientos, ha sido suficiente para llegar a la ciudad y dejar atras esos horribles cultivos.
Nos paramos en un semáforo, miro a mi derecha y veo a un conductor que parece nervioso, sin hablar, solo pensando. De repente se dirige a su acompañante que se sienta justo al lado. Y entonces, guiado por un instinto más que por un impulso, miro en la parte de atrás del coche. Hay un niño con gafas y cara de pardillo, que mientras sujeta una bolsa de Risketos, me está mirando fijamente.
Como diciendo: ¿Y este tío, en qué cojones estará pensando?.

lunes, febrero 22, 2010

Everybody knows things are bad

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El otro día, de camino al parque para correr, una mujer me paró al lado del portal de mi casa para hacerme una encuesta que valoraba la calidad de vida de la población madrileña en situación de crisis. Diez minutos más tarde y ya en el parque corriendo, una sensación de desaliento me abordaba al recordar mis respuestas a algunas de sus preguntas: 25 años. Sin trabajo. Sin carnet. Viviendo en casa de mis padres. NdE: Y además tengo el DNI caducado, estudio una carrera que no me gusta y no consigo acabar y se me cae el pelo a puñaos. Estupendo.

Respuestas a preguntas que abordaban pensamientos que tengo prácticamente todos los días y que, sin lugar a dudas y como si se tratara de escucharse la voz en una cinta TDK, al decirlos en voz alta a una persona ajena sonaban mucho peor que dentro de mi cabeza, tal vez porque los pensamientos no tienen la voz de alguien con muchos mocos que va a correr sin ganas.

Me pregunto a quien le puede interesar leer algo así. Lo hago de verdad y sin ningún afán de victimismo. Quiero decir, cada uno, y especialmente en días como los que corren, tiene que lidiar con su propia mierda... ¿qué necesidad hay además de leer la mierda que se le amontona a un chaval de 25 años, sin trabajo, sin carnet, que vive en casa de sus padres y que tiene un blog de tres al cuarto?. A la gente le gusta ver a Karlos Arguiñano cocinando cosas que ellos no se van a poder permitir y que, en el caso de que pudieran, la pereza de tener que rebozar ese pescado o batir esos huevos a punto de nieve, descartarían la posibilidad llamando a un chino o comiendo en el restaurante de alitas de pollo de debajo de su casa. La gente ve Bricomanía porque le encanta ver como un tipo simpático se desloma haciendo algo que a nosotros nos encantaría poder hacer, pero la realidad es que nadie en su casa tiene una broca del 17 ni espacio para colocar el armatoste que está ajustando el presentador con la black and decker, ni esos brazos de sansón para levantar las vigas de ocho por ocho con las que se anima nuestro amigo.

En definitiva, a la gente le gusta leer cosas que le hagan sentir mejor, y es por esa sensación de solidaridad con los que me leen, y a pesar de que tengo muchas cosas que contar, por lo que prefiero ser coherente y dejar este sitio aparcado durante no mucho tiempo. Esa es la mala noticia para los tres fieles lectores de este blog. La buena es que se que este sentimiento es pasajero (no es la primera vez que ocurre) y que de alguna forma no estoy más que cogiendo carrerilla para volver con más fuerza.

Stay tuned.

miércoles, febrero 03, 2010

No me fio

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No me fio de la gente que me llama "socio" sin conocerme. No me fio de aquellos que, después de años conociéndome, no sabe decirme que tengo una hermana. Melliza.

No me fio de los que despliegan su alegría silbando solos por la calle. No me fio de los que pretenden parecer tristes para conseguir un cochino abrazo.

No me fio de los que solo escuchan "lo que suena en los 40". No me fio de los que se saben hasta el más mínimo detalle de cualquier grupo de música que exista.

No me fio de los que se pasan el día contando chistes. No me fio de los que no saben reirse de si mismos.

No me fio de los que se fian de todo. No me fio de los que no se fian de nada.

No me fio de los .exe. No me fio de los despertadores. No me fio de mis vecinos. No me fio de las señoras. No me fio de Iker Jimenez. No me fio de las palomas. No me fio de las chanclas. No me fio de los abrefácil. No me fio de los tallarines que venden los chinos en la calle. No me fio de los que no te fian nada.


No me fio de los días con nubes porque nunca sabes si echará finalmente a llover. No me fio de los días con sol porque no consigo siquiera fiarme de mi jodida sombra.