jueves, febrero 19, 2009

Sobre como viví las consecuencias

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Trazo una linea en mi cabeza desde el punto que me encuentro de Madrid, hasta el otro lado del planeta tierra. Imagino esa linea saliendo en algun punto perdido del Pacífico. Quizá alguna isla pequeñaja que no se sabe a quien pertenece.

Con la cabeza apoyada en la barra de al lado pienso en como odio esa escena tan previsible de una serie o película. Esa en la que el protagonista abraza a la chica a la que está dando largas mientras que la chica que realmente le gusta les pilla in fraganti:

- ¡Darlyn! ¡¡Darlyn!! Espera... ¡PUEDO EXPLICARLO!
- ¡¡Déjame Richard!! Sigues siendo igual que siempre.Te... ¡TE ODIO! - dice Darlyn corriendo entre llantos
- Pero... Pero... ¡DARLYNNN! Espera... ¡¡VUELVE!!

Que pesaos de los cojones.
Mi pensamiento se corta. Me rasco el lugar de la frente que estaba apoyando en la barra y me sigo acordando de cosas que me incomodan: ¿Por qué no consigo echarme el primer vaso de leche cuando estreno el cartón sin derramar algo? ¿Acaso recorto el agujero en un sitio indebido? ¿Acaso el cartón está demasiado lleno y debería estar a la mitad en formato bolsa de Matutano? ¿Por qué odio tanto coger el trapo mojado para limpiar ese resto de leche que se ha caido? ¿Es porque lo considero demasiado mojado para limpiar eso, pero uno seco me parece demasiado seco para lo propio?
El próximo día lo limpio con una servilleta.

Llegado a esta conclusión alcanzo una tranquilidad absurda.

El efecto mariposa: el aleteo de una mariposa en China provoca un tornado en Texas

Levanto la cabeza, un chico está intentando cederle el asiento a una mujer presuntamente embarazada que asegura no necesitarlo. El chico insiste. Ella lleva los zapatos más horribles que jamás una persona haya podido hacer. Una mujer gitana del asiento de al lado se levanta con dos bolsas de la compra grandes como cuatro barrigas de la presunta embarazada. La embarazada y el chico discuten, la gitana quiere pasar a través de ellos. No puede. El metro da un frenazo en seco que hace que los tres pierdan la estabilidad de una forma más que cómica. Agitan los brazos. A la gitana se le cae un melcotón de una de las bolsas, lo coge del suelo mientras le grita a la puerta abierta: Espera!!!! Esperaaa!!!!

Hace tiempo, en algun punto del Pacífico o de alguna isla pequeñaja que no se sabe muy bien a quien pertenece, una mariposa ha dado un par de aleteos. Y esta es la historia sobre como yo viví las consecuencias.

viernes, febrero 06, 2009

Raining days

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Mirando al cielo, un niño observa caer la lluvia de una forma distinta. Abre la boca para tragarse el agua sin ser capaz de saborear absolutamente nada, mientras fija la atención en gotas de lluvia individuales que sigue desde bien alto hasta que se estrellan contra el suelo. Sus manos le apestan a una mandarina que ha pelado hace tres cuartos de hora y el pelo le huele a esa colonia de bebé del que aún resuena en su cabeza el chirriante sonido del dosificador al apretarlo.

Un balón de fútbol le da en la cara dejándole una marca roja con forma de triángulos reglamentarios. Toda su atención se centra en la risa de unos niños que pasaban y que no hacen otra cosa que descojonarse y señalarle.

Ha dejado de llover.

domingo, febrero 01, 2009

Volando alto

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El otro día recordaba con unos amigos como tal día como hoy, hace más diez años, nos encontrábamos en la hora del recreo sin balón de fútbol, pensando en qué podríamos emplear el tiempo libre debido a este contratiempo. Sentarse a hablar se nos quedaba grande y jugar a escupir hormigas pequeño. Dadas las circunstancias y como el que piensa en un nombre inventado mirando a las cosas que hay a su alrededor, vimos en el descampado de al lado un palo y un montón de ladrillos. O lo que también podría conocerse como: todo lo necesario para construirte una catapulta para tirar piedras bien alto.

Unas cuantas piedras después y aun con un buen rato de recreo por delante, decidimos dar un paso hacia adelante dadas las circunstancias y pensamos que el suelo era un tipo bastante aburrido por lo que preferimos ser nosotros mismos los que cogieramos las piedras al vuelo (y a estas alturas me imagino que más de uno se empieza a oler como acaba esta historia).

Otras cuantas piedras después y aumentando el tamaño de estas y con ello el nivel de riesgo y subnormalidad por nuestra parte, me encontraba yo dispuesto a coger un ladrillo naranja al vuelo. Voló alto, tanto como para que a la nube que tapaba el sol le diera por moverse lo justo para que este me cegara dejándome completamente a merced de un ladrillo que se estampaba sin piedad contra mi boca. Creo que hay una regla implicita en los chavales a cierta edad y esta es: Si hay sangre... no te rías. Supuso un alivio sangrar para que lo único que me doliera fuera la boca y no las risas ajenas que, a ciertas edades, duele más que un cuerpo a cuerpo contra Jack Lamotta.

El pasado martes murió mi tía Pilar de cáncer. Inevitablemente, la distancia y el paso de los años mitigan el dolor volviéndose este en contra al lamentar en forma de recuerdos, lo mucho que uno se ha perdido durante todos estos años. Echo la vista atrás y recuerdo una voz dulce, un pelo largo y negro que se sentía libre por cada paso que daba, una artista de vocación que sentía lo que hacía con la devoción que todos deberíamos. Echo la vista atrás y recuerdo, por encima de todas las cosas, una buena persona la cual el simple hecho de tenerla cerca te hacía estar más tránquilo y feliz contigo mismo.

Es curioso que acordarme del golpe de una piedra contra mi boca, me transmita cierta simpatía nostálgica y que el recuerdo de la bondad de mi tía Pilar me de tanta pena y rabia al mismo tiempo.