lunes, febrero 22, 2010

Everybody knows things are bad

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El otro día, de camino al parque para correr, una mujer me paró al lado del portal de mi casa para hacerme una encuesta que valoraba la calidad de vida de la población madrileña en situación de crisis. Diez minutos más tarde y ya en el parque corriendo, una sensación de desaliento me abordaba al recordar mis respuestas a algunas de sus preguntas: 25 años. Sin trabajo. Sin carnet. Viviendo en casa de mis padres. NdE: Y además tengo el DNI caducado, estudio una carrera que no me gusta y no consigo acabar y se me cae el pelo a puñaos. Estupendo.

Respuestas a preguntas que abordaban pensamientos que tengo prácticamente todos los días y que, sin lugar a dudas y como si se tratara de escucharse la voz en una cinta TDK, al decirlos en voz alta a una persona ajena sonaban mucho peor que dentro de mi cabeza, tal vez porque los pensamientos no tienen la voz de alguien con muchos mocos que va a correr sin ganas.

Me pregunto a quien le puede interesar leer algo así. Lo hago de verdad y sin ningún afán de victimismo. Quiero decir, cada uno, y especialmente en días como los que corren, tiene que lidiar con su propia mierda... ¿qué necesidad hay además de leer la mierda que se le amontona a un chaval de 25 años, sin trabajo, sin carnet, que vive en casa de sus padres y que tiene un blog de tres al cuarto?. A la gente le gusta ver a Karlos Arguiñano cocinando cosas que ellos no se van a poder permitir y que, en el caso de que pudieran, la pereza de tener que rebozar ese pescado o batir esos huevos a punto de nieve, descartarían la posibilidad llamando a un chino o comiendo en el restaurante de alitas de pollo de debajo de su casa. La gente ve Bricomanía porque le encanta ver como un tipo simpático se desloma haciendo algo que a nosotros nos encantaría poder hacer, pero la realidad es que nadie en su casa tiene una broca del 17 ni espacio para colocar el armatoste que está ajustando el presentador con la black and decker, ni esos brazos de sansón para levantar las vigas de ocho por ocho con las que se anima nuestro amigo.

En definitiva, a la gente le gusta leer cosas que le hagan sentir mejor, y es por esa sensación de solidaridad con los que me leen, y a pesar de que tengo muchas cosas que contar, por lo que prefiero ser coherente y dejar este sitio aparcado durante no mucho tiempo. Esa es la mala noticia para los tres fieles lectores de este blog. La buena es que se que este sentimiento es pasajero (no es la primera vez que ocurre) y que de alguna forma no estoy más que cogiendo carrerilla para volver con más fuerza.

Stay tuned.

miércoles, febrero 03, 2010

No me fio

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No me fio de la gente que me llama "socio" sin conocerme. No me fio de aquellos que, después de años conociéndome, no sabe decirme que tengo una hermana. Melliza.

No me fio de los que despliegan su alegría silbando solos por la calle. No me fio de los que pretenden parecer tristes para conseguir un cochino abrazo.

No me fio de los que solo escuchan "lo que suena en los 40". No me fio de los que se saben hasta el más mínimo detalle de cualquier grupo de música que exista.

No me fio de los que se pasan el día contando chistes. No me fio de los que no saben reirse de si mismos.

No me fio de los que se fian de todo. No me fio de los que no se fian de nada.

No me fio de los .exe. No me fio de los despertadores. No me fio de mis vecinos. No me fio de las señoras. No me fio de Iker Jimenez. No me fio de las palomas. No me fio de las chanclas. No me fio de los abrefácil. No me fio de los tallarines que venden los chinos en la calle. No me fio de los que no te fian nada.


No me fio de los días con nubes porque nunca sabes si echará finalmente a llover. No me fio de los días con sol porque no consigo siquiera fiarme de mi jodida sombra.