miércoles, junio 10, 2009

Verde pistacho

___________________________________________________________

Entro en el cuarto de baño restregándome por todas las paredes del bar para mantenerme en pie. Llego al cuartito donde estaba el váter, y coincide el momento en el que empiezo a mear con el que suena esa canción que tanto me gusta. Siempre ocurre. Segundos después y con el agua del retrete aun burbujeando, se apaga la luz. Totalmente a oscuras empiezo a palpar la pared sintiéndome cada vez más desequilibrado y noto que el burbujeo ha cesado. No sabía muy bien si estaba meando en la pared del váter, en ese charco gigante que había en el suelo o si sencillamente me estaba meando en los pies. Seguí palpando la pared. Apoyé mi hombro contra esta y finalmente encontré ese interruptor magnético que tardó en responder. Se me escapó una risotada, miré hacia abajo y comprobé aliviado que donde estaba meando era en el suelo poniendo mi aportación a ese océano de inmundicia que si no fuera por lo asqueroso de su olor me provocaría simpatía.

A punto de llegar a las últimas sacudidas se dirigió a mí el tipo que había en el urinario de al lado y que no había visto aparecer:

- Quiero unos pistachos

- Bueno, bien. ¿Algún motivo en concreto?

- Sí, tío. Soy un personaje de tu historia y debo tener un deseo.

- Uau, eso si que no lo esperaba.¿Y no puedes ser simplemente el personaje que está meando a mi lado?

- Ese papel no me pertenece a mí. Yo soy un personaje influyente en tu historia... Acuérdate, lo dijo Robert McKee en Adaptation: "No puedes tener un personaje sin deseo, no tiene ningún puto sentido" Bien… mi deseo son unos pistachos

- Sabía que ese chupito sobraba…

- Bueno, que me dices: ¿me ayudas a encontrarlos?

Ya en la calle, mi producto de la imaginación y yo, nos dirigíamos a por esos pistachos. Andaba desgarbado, feliz de estar más cerca del objetivo de su existencia. No le importaba ser feo y gordo, ni trabajar barriendo el suelo para ese restaurante de mierda, o que lo único que se le diera bien en esa vida fuera encontrar diferentes opciones de pornografía en el satélite. Él lo único que quería en su vida era unos pistachos, y estaba a punto de conseguirlos.

- Y una cosa… ¿por qué unos pistachos?

- No te sigo

- Quiero decir, está bien tener un deseo. Algo por lo que luchar, algún tipo de meta a la que querer llegar para ser feliz, pero… ¿unos pistachos? No se referiría McKee a desear una mujer, o atracar un banco, o conquistar una ciudad a través de…

- ¿Y a mi que me cuentas? Yo soy producto de tu imaginación. Si estaba en ese bar en ese momento es por tu culpa. Si soy asi de feo, tengo esta puta mierda de trabajo o encuentro sexo con maduras a cualquier hora en cualquier canal, es todo porque tu lo has querido así.

- Pues si que soy imbécil, ¿no? ¿Qué tipo de juego puede dar alguien que lo que desea son unos pistachos? ¿Que clase de reflexión moral o simplemente graciosa o atractiva para el que lea esta historia puede surgir de alguien que lo único que quiere son unos pistachos?

- Ya estamos cerca de la tienda, pronto lo averiguaremos.

- ¿Y por qué no haber creado un superhéroe en un traje de la ostia que me da una escopeta con la que nos cargamos a todos los zombis que han resultado convertirse la gente que estaba en ese bar meado?

- Creo que me voy a meter siete pistachos en la boca sin siquiera quitarles la cáscara

- O… podía haber creado una tía con las tetas enormes que su único deseo fuera limpiar ese puto charco de pis, para después agradecérmelo en su deseo de hacerme una mamada.

- ¿Hace falta cuchillo y tenedor para comerse unos pistachos?


Entramos a la tienda de alimentación. Buscamos mi nuevo amigo y yo entre los pasillos aquella bolsa de frutos secos. Él porque los deseaba, ¿yo? pues como en las películas, para saber que cojones iba a pasar después. Encontramos la bolsa de pistachos, la dejo en el mostrador y mientras busco las monedas en mi cartera para pagar, notó clavada en mi cara la mirada de la dependienta:

- ¿PISTACHÍN?

Levanto la vista y ahí está ella. Con la misma cara de loca de siempre y llamándome de la misma forma de loca que me había llamado en su día.

- Ho… ho…

- ¿Qué compras? Jajaja


- Nada, nada, esto no era para mí, era para mi…

Miré hacia atrás y mi amigo feo, gordo, fracasado y explorador de porno via satélite, había desaparecido.

- Acabo el turno ahora, ¿me esperas y nos tomamos esta bolsa de pistachos... pistachín? - acto seguido me guiña un ojo.

- Dalo por hecho.


Fue entonces cuando noté una arcada subiendo de mi estomago hacia mi esófago. Aquello era sólo el principio de otro deseo mucho más atractivo: la venganza.

4 comentarios:

Nerea dijo...

Jajaja, muy bueno.
Lo primero que he pensado leyendo la historia ha sido: precisamente pistachos. jaja

Quico dijo...

jajajaja, "besos pistacho"

No la recordaba!!

G. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gadea dijo...

Vale, la de hace un momento era yo.