sábado, enero 17, 2009

Entrada 200: Reeditando

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Me acuerdo que hace unos cuantos años nos juntamos un amigo y yo en su casa para ver un concurso de triples que tenía grabado. Era el concurso del 88 y en la final se enfrentaban Dale Ellis y (como no podía ser de otra forma) Larry Bird. Iban empatados a 15 , Ellis ya había acabado y a Larry Bird tan solo le faltaba el último balón. Cogió ese último balón, se posicionó, miró al aro y en cuanto tiró todo pareció ralentizarse, incluido el corazón de Bird, que nada más despegarse el balón de sus dedos y con este a mitad de camino hacia canasta, levanto el dedo índice hacia el cielo, en señal de “Este va dentro. He ganado”. Y algunos que estuvieran viéndole pensarían, “¡Pero que hace levantando el dedo!¡¡Como la falle y no entre se va a colmar de lo lindo!!” sin embargo, otros más sensatos pensamos algo así como: “Que grande eres, cabrón...”



El triple entró, claro.

Esos dos segundos en los que el balón daba vueltas por el aire hicieron que una tarde aparentemente normal, tuviera un detalle que se me quedaría grabada a fuego en mi cabeza hasta hoy. Yo miré la trayectoria del balón.

Y a veces estás en un grupo amplio de gente en el que rodeado de diferentes conversaciones y al no saber a cual atender, te quedas en tu propio mundo esperando a que alguien te baje de él o simplemente te quedas y te fijas en cosas ajenas a las conversaciones, como si tus pensamientos se transformaran de repente en la voz en off de una película y tus colegas fueran unos figurantes que solo gesticulan. Te fijas en la risa. Observas el movimiento brusco de una primera carcajada y atiendes especialmente al momento en el que esa sonrisa vuelve al estado de seriedad. Miras las manos que sujetan los cigarros y lentamente inclinas la cabeza hacia arriba porque sigues con la mirada la trayectoria del humo. Observas a esa tía y te fijas detenidamente en su vaso de Cointreau (Cuantró). En él hay dos cubos de hielo y una pajita con la que los marea los hielos de un lado para otro. Bebe despacio y no te fijas ni en el vaso ni en la cara de la chica, solo miras la pajita y el subir y bajar del cointreau que se transparenta a través del plástico.

Y entonces, alguien te despierta del letargo con un “Eeeeeh, tronggggo, quetehajjjjquedao en la parra…. Jajajajajaja”. Y trás cagarte en la puta madre de ese alguién te haces uno más en todo ese cúmulo de trayectorias que seguro pasarán inadvertidas a lo largo de toda esa noche y posiblemente también a lo largo de toda tu vida.

Cuando era pequeño, recuerdo que en clase de literatura había un ejercicio en el que te ponían pequeñas historias y había que subrayar en rojo cual era la introducción, en amarillo cual era el nudo y en azul cual era el desenlace.


Quizás hoy subrayaría de azul el nudo.

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Dedicado a Quico.

4 comentarios:

Quico dijo...

Aysss... Gracias por la reedición y la dedicatoria, ya sabes que siento debilidad por este post.

Solo te ha faltado añadir una foto del culo de Jessica Alba (otra cosa por la que siento debilidad) para que sea una actualización perfecta.

Un besito

Nerea dijo...

Flipo con seguir sorprendiéndome de lo bien que escribes.

Yo también odio cuando me sacan de mi mundo, pero también me adapto.

Ba dijo...

Que dejas esto, or what?

Curro dijo...

Dejarlo? No way. Ya cometí ese error una vez.

Me alegro que os haya gustado coleguis :) .