miércoles, enero 21, 2009

Tacones cercanos

___________________________________________________________

Ando deprisa a través del parque más con la necesidad de alejarme de mi casa que con la de llegar a algún sitio. A la derecha, por el camino de tierra, aparece una señora que se coloca dos pasos delante de mí lo cual me altera de forma que no acabo a entender del todo. Oigo el traqueteo de sus tacones contra el asfalto que coinciden con los pasos que yo voy dando y mi alteración encuentra su leitmotif. Caigo en la cuenta de que es lo más parecido a llevar zapatos de tacón que me ha ocurrido nunca e intento acelerar mi ya acelerado ritmo para desacompasar los pasos y quitarme de encima esa impertinente sensación.

Abro la puerta de salida del parque con una distancia sobre la señora que me hace pensar muy rápido y en muy poco tiempo sobre si debería sujetarle la puerta amablemente o hacerme el longaniza y seguir mi camino. Mis pensamientos se entremezclan y si bien en el primer momento pienso en seguir, mi decisión final es sujetarle la puerta al notar de nuevo el arrastrar de sus tacones en mis tímpanos. Cierro los ojos ojos con fuerza y sujeto la puerta con la yema de los dedos. A punto de llegar, la puerta se me resbala de los dedos cerrándose esta su cara.

Me disculpo con un "lo siento" afónico que resulta más cercano a la voz de un castrati que a la de un hombre de 24, haciendo de lo ocurrido algo más absurdo aún, y sigo mi camino como si nada hubiera pasado. Empiezo a andar más rapido.

A mi izquierda, tras unas vallas que producen al ritmo de mis pasos un efecto de sol y sombra bastante incómodo, puedo ver como unos niños juegan al baloncesto en lo que debe ser el recreo. Sin dejar de andar veo a uno de ellos botar el balón con una destreza más propia de algún filial que de un niño de un colegio de barrio. Justo en el momento que va a tirar a canasta, un muro aparece de la nada para taparme la visión. Impulsado por el ritmo que me había producido la señora de los tacones, prefiero andar más rapido para pasar el muro y ver si la canasta entra, antes que frenarme y dar marcha atrás. No veo como entra la canasta, pero veo al niño chocando la mano con un compañero. Pienso que es casi mejor haber visto eso.

La señora de los tacones, el muro... mi ritmo empieza a parecerse más a correr que andar rápido. Veo que estoy a dos minutos de llegar a mi destino y decido apretar el ritmo algo más. Empiezo a cansarme cuando por el camino de la izquierda oigo algo que me resulta vagamente familiar.



Es la señora de los zapatos de tacón
. Repaso el recorrido en mi cabeza en busca de rutas alternativas y desisto pensando que tengo que retomar lo de ir a correr.

Llego a mi destino y me encuentro con alguien:

- Que pasa, tío.

Mi voz vuelve a ser la de un hombre.

8 comentarios:

Quico dijo...

Pues lo más parecido a llevar zapatos de tacón que me ha ocurrido a mí nunca fue llevar zapatos de tacón cuando me disfracé de mujer hace muchísimo.

No se lo recomeindo a nadie, es realmente doloroso, aunque es verdad eso que dicen de que te hacen muy buen culo

Nerea dijo...

Currelas currelas... te estás dejando, eh!
Entre que no duermes y esto...

Anónimo dijo...

Yo siempre que oigo tacones cercanos intento hacer la contra a zapatazos.. sale un sonido melodiooosooo!!!

Ana...

nus dijo...

Te estoy imaginando en la típica pelicula de terror, caminando solo de noche por una calle con todas la luces apagadas, de repente se oye el ruido de unos tacones, te giras pero no hay nadie...

No sé, escribir no es lo mío, pero creo que la señora de los tacones da para mucho, es como la niña de la curva o el fantasma de las bragas sucias.

Ba dijo...

No es precisamente mi día de humor, pero automáticamente he relacionado tu texto con el capítulo de los Simpsons en el que Lisa se apunta a un concurso de belleza y Bart se prueba sus tacones y empieza a caminar con ellos... "Talóoon, punta, talóooon, punta... Estoy empezando a pensar que puedo ganar yo". Con unas pintas y un tono de voz que en fin, sublime.

Nerea dijo...

Siento curiosidad por ese "fantasma de las bragas sucias", alguien me lo explica?

Sieghild Erzherzogin von Zeppelin dijo...

clac clac clac clac taclac clac clac clac (da capo al fine)

a mi el ruido de unos zapatos de hombre nuevos me taladra el cerebro hasta el punto que me extirparía los oidos con los dientes (si eso fuera físicamente posible).

Llevar tacones jode, hasta que eres consciente del efecto mágico que producen... y no hablo de la altura.

Muy bueno el texto Mr Job.

nus dijo...

Woops! Me he equivocado, no era el fantasma de las bragas sucias, sino de las bragas rotas. Un chiste clásico, de la época del del perro mistetas.