lunes, julio 06, 2009

Beware of the kid

___________________________________________________________

Yo de pequeño era bastante tonto. Y no hablo del tonto inocentón infantil o del tonto que te suelta una chica cuando le haces un cumplido, nada de eso. Yo era tonto de cojones.

Recuerdo aquella vez en que viendo un álbum de fotos antiguas en una de esas reuniones familiares, hice provocar un ataque de risa a todo el que estaba alrededor que cualquier monologuista envidiaría: "Y una pregunta... ¿cuándo dejaron las personas de ser en blanco y negro?". Eso pregunté. El tonto inocentón infantil del que hablaba hubiera preguntado algo así como: "¿Las personas eran en blanco y negro, o son las fotos las que no tenían color?", pero no fue el caso y asumir, dar por hecho que no es la tecnología la que ha cambiado a lo largo de los años sino la pigmentación de la piel de las personas de una generación a otra, me convertía automáticamente en tonto de cojones.

A veces, en mis peores días, tengo la sensación de que ese niño tonto de los cojones todavía sigue conmigo. Me deprime no ser capaz de relativizar las cosas, no entender lo que leo (será el contexto - pienso), ver a gente a mi alrededor que con menos saca más.
Otras veces, en mis mejores días, esa sensación cambia y si bien puede que no tenga el talento, me convenzo de que desde luego tengo el deseo y que al fin y al cabo eso es lo que me va a mantener a flote, porque el talento sobra, lo que hace falta son las ganas.

Intento concentrarme para tener más cercana la sensación de mis mejores días, y es que aun con mis limitaciones, esa sensación me hace mirar hacia delante con esperanza y no agacharme y esconderme sin hacer nada que me produce esa otra sensación tan desagradable de mis peores días.

¿Una frase metáforica con la que acabaría el post?:
Puede que no sea el que más grande la tiene, pero haré lo que pueda por ser el que mejor folle.

5 comentarios:

Zalo dijo...

Detecto algo de síndrome vacacional (que no post-vacacional) en éste último post?

Si yo te contara...

Había una tira muy buena de Calvin y Hobbes en la que que Calvin se preguntaba algo parecido con respecto a las fotos en blanco y negro. La tira acababa con el siguiente diálogo:

C: ¿Por qué la vida es tan complicada?

H: Cuando se vé así, lo mejor es echarse una buena siesta.


Te llamo mañana.

Nerea dijo...

Yo era de las de prefiero no hablar y parecer tonta a abrir la boca y despejar las dudas.

Así que no tengo ninguna historia tontuna para compartir ni ningún amigo de la infancia.

Quico dijo...

El tamaño no importa Curro, 30/40 minutos de unos preliminares bestiales y se olvidarán de que eres pulgarcito.

lore dijo...

yo una vez con unos 4 años le pregunté a mi madre si habia caretas con su cara (igual que las de Felipe Gonzalez, por aquel entonces), por si me secuestraban y no me daba cuenta. Me dijo que no, evidentemente, y cuando me di la vuelta sintiendome más tranquila, pensé: mierda, y si esta no es mi madre y tiene una careta?? (verídico)

Yo también pienso que las ganas valen más que el talento, igual que la tijera puede al papel, el papel a la piedra y la piedra a la tijera..¿cuál sería el tercer componente en ganas-talento-??ah, claro ENCHUFE!!

Ba dijo...

Ey, yo a los 12 (do-ce) años pensaba que el repollo era un pollo ya hecho, reposado y recalentado que adquiría un tipo de "sabor" especial y de ahí que lo llamasen así. Pero es la misma lógica en las nubes que lo de "cuándo dejaron las personas de ser en blanco y negro?", en "¿a quién coño se le habría ocurrido que una verdura se puede llamar repollo?".

Y tengo ejemplos así ilustres de mi inteligencia a patadas.

Acabas echando de menos el interpretar las cosas a tu aire y con la imaginación por banda, la realidad es muy coñazo. Un poquito de ganas (sangre en las venas) y otro de imaginación... y el "tamaño" se bordea de sobra.

Seek and destrooooooooy!