jueves, febrero 02, 2006

Feliz Navidad

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Andaba yo por la calle Fuencarral a punto de entrar a trabajar. Tenía diez minutos que matar en los que se me ocurrió o bien sentarme en un banco a ver pasar trendis o meterme en alguna tienda de ropa para ver que se cocía por allí. Elegí esto último... craso error.

Entré en el templo de los modernillos de Madrid, el mercado de Fuencarral, ese sitio en el que si vas con un billete de cincuenta euros lo mismo tienes suerte y encuentras algún cinturón, de esto yo era consciente pero al fin y al cabo solo iba a mirar cosa que al final hice sí, pero sin entrar en ni una puta tienda, y es que me violenta mucho entrar a una tienda de diez metros cuadrados en los que solo estás tú y el dependiente. ¿Qué va a pasar algo por que mires y te pires? Pues no, pero ¿acaso no te sentirás más observado que el día de tu comunión cuando te pongas a mirar de reojo el precio de los pantalones?. Ya lo creo que si.

Me di un paseo por allí. Estaba tan tenso que se podría destapar una botella con mi culo, y es que notaba las miradas de los dependientes como si estas fueran escopetas de francotiradores de las cuales salían esos puntitos rojos que apuntaba directamente a mi sien, de ahí que saliera corriendo y llorando retorciendome en el suelo y pataleando como hacía tiempo que no lo había hecho. Vale si, esto último no es del todo cierto, pero hay que mantener cierta tensión argumental para no aburrir al personal... Ejem...

Ya era hora de ir a trabajar (suprimiré la palabra currar de este puto blog por razones más que obvias). Fué un dia tranquilo de trabajo en el que incluso tuve tiempo de mirarme por encima los apuntes de un examen que tenía en dos días. Cuando me quise dar cuenta ya eran las seis y media, hora de irse para casa a descansar, no sin llevarme algún sobresalto por el camino, claro.

Iba camino del metro de Tribunal, cuando de reojo pude intuir a un tío que llevaba una larga falda blanca. Antes incluso de que pudiera ser consciente de lo que significaba ver eso, se me acercó el colega. Aquel tío no solo llevaba una falda blanca, si no que también tenía la frente y la nariz pintada de algo asi como tempera naranja que bien parecía una cagada de ruiseñor bastante reciente (creo que justo en el momento que ví eso, fui consciente de que ya tenía algo que contar en el blog). Llevaba consigo una maleta, por lo que yo deduje que detrás del “hey perdona, ¿eres de aquí?” vendría un “¿donde está la calle tal?”.

Mis putas ganas...

(Reproducción no fiable de la conversación)

- Hey perdona, ¿eres de aquí?.
- Emmm... sí.
- Oh genial, ¿te gusta leer?

- (Ouch!, este cabrón me quiere encasquetar algo… y ahora por mi despiste voy a tener que darle largas... seré claro pues).- No, no me gusta leer.
- ¿Ah no?. Esto... ¿y a que te dedicas?
- Soy estudiante - (se dará asi cuenta de que no tengo un puto duro?)
- Bueno pero seguro que te interesa este libro sobre el Yoga. Mira verás, yo soy un Hare Krisna, como supongo que ya te habrás percatado, jajajajajaja.

- (¿De que se rie este hombre?, no tenía ni idea de que era un Hare Krisna, de hecho hasta ahora mismo creía que era una forma de decir “Feliz Navidad” en algún idioma raro).- Ajá.
- Mira te explico... los Hare Krisna somos una organización bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla... y por eso me gustaría que te leyeras este libro.
- Ok, lo leeré
- Además esto te ayudará a ser más feliz... porque ¿tu eres feliz?
- Si
- Y no te gustaría ser máaaas feliz.
- No.

- Oh!, no eres ambiocioso entonces...
- Digamos que me conformo con lo que tengo.
- Bueno pues, toma este libro... y ahora, ¿te importaría cederme algún donativo?

-(tras meterme las manos en los bolsillos para hacer el paripé...) - Aisssss, si es que me he dejado la cartera en casa.
- Ah, vaya...
- Toma, te devuelvo el libro.
- Vale, pero antes me gustaría darte algo

- (¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!)
- Toma... es un dulce de la India, espero que te guste.
- Jeje. Gracias
- De nada, hasta luego
- Hasta luego.


En la primera papelera que ví tire ese dulce que en algún sitio escondido llevaría grabado algo asi como “dulce para los hijos de puta que no compran el santo libro del Yoga”.

De la que me libré.

¿Os ha molao la historia?

A mi tampoco.

Para acabar dejo esta pregunta en el aire para ver si alguien se anima a responder: ¿Alguna sola persona de esta ciudad no está hasta los santísimos cojones de ver a José Coronado con un yogur en la mano?.


Suena: Bullet For My Valentine – The End

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mañana pedo en somosaguas, veras q firma mas guapa...

Anónimo dijo...

Con esta historia me he partido la polla Curro. Ya era hora, porque tus ultimos eran un pelín flojitos.
Y SÍ......... Etoy hasta la polla de ver a José Coronado ( con esa cara de supervillano de película, y si no te has fijado analízalo)anunciando los putos Activia

Anónimo dijo...

hola,me llamo sonia y yo si me hubiera comido el caramelo...



holaaaaaaaaaaa soniaaaaaaaaa
(en grupo)

Anónimo dijo...

xq nada mas escribirlo,me parece un comentario guarro???
(NO RESPONDER;GRACIAS)

Anónimo dijo...

sip, hasta las narices del yogur mutante ese, y si tiene un hare krisna cerca peor!

tienes un iman para las cosas raras...

peor yo pense q iban de naranja no q se pintasen ellos de naranja!...
el mundo esta al reves

definitivamente

Anónimo dijo...

Ese es mi Curro ya vuleves a hacer los posts que a mi me molan!!

Sonia, yo tengo caramelos!