Hace mucho de eso

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Una de esas típicas frases que se pueden oir todos los veranos entre los abuelos y abuelas del lugar (de cualquier lugar de hecho) es aquella de: "Madre mia, ¡que calor!. Hacía muchos veranos que no hacia tanto calor". Mentira. Esto parece que es asi porque la sensación del recuerdo del calor por más que queramos nunca se puede comparar con la del calor que se sufre en el momento.

Creo que le pasa a mi familia con mi altura. Siempre que después de unos cuantos meses me vuelven a ver me dicen lo mucho que he crecido, aunque ya haga un par de años en los que dejé de crecer.

Y a mí esto me pasa con el estudio, que cada vez que vuelvo a retomarlo porque se aproximan los exámenes me parece cien veces más doloroso que la última vez, aunque sea siempre la misma mierda. Y es que llevo unos dias de biblioteca en los que lo pasó verdaderamente mal. Son estos momentos en los que dentro de mi cabeza hay más movimiento que en una canción de Dillinger, y me dá por pensar en mil cosas. A las cosas que ya estaban ahí dentro les doy diez mil vueltas de tuerca más que normalmente y a las que no estaban me las imagino y empiezo a construirme mis propias películas.

Como diría Gracita Morales... todo un follón.



Cuando estoy en la cama justo antes de dormir me pasa igual y me dá por pensar y pensar e inventar. De ahí que de vez en cuando me ponga una serie de canciones elegidas a propósito para que marquen al rumbo de todos esos pensamientos. Incluso muchas veces me atrevería a decir que marcan el rumbo a alguno de los posteriores sueños, lo que pasa es que yo nunca los recuerdo.


Suena: Coheed and Cambria - The Light and The Glass